España es aún hoy el país, de todos los de la OCDE, que no ha recuperado los niveles de riqueza anteriores a la pandemia. Nadie duda de que uno de los sectores económicos que más ha sufrido estos dos años y medio es el turístico. Cientos de miles de empresas y más de 2 millones de trabajadores dependen de la llegada de turistas y lo han pasado realmente mal. Cierres, ERTE, ERE, deudas, ayudas escasísimas, subida de la energía y otros productos, y sobre todo y por encima de todo falta de turistas por las restricciones a la movilidad.
Ahora, gracias a que las restricciones a la movilidad se van suavizando en todos los países, de forma importante en los que sus ciudadanos visitan mayoritariamente España, el sector empieza a ver algo de luz. Tanto las empresas del sector como las que indirectamente, que son muchas, depende de la mejora del turismo, empiezan a mandar mensajes optimistas. Nadie sabe si conseguiremos las cifras de récord de años anteriores a la Covid, pero hay esperanza.
La pregunta en estos momentos no es si el sector está preparado, porque lo está. La pregunta es si el Gobierno es consciente del esfuerzo que debe hacer para que todo lo que depende de él funcione a la perfección. Y de nuevo comprobamos que no. La prueba es que los aeropuertos de Madrid y Palma de Mallorca están siendo un auténtico caos. Miles de personas están perdiendo sus vuelos por falta de personal en los puestos de seguridad.
No es algo sorprendente o que no haya ocurrido ya en otros momentos de estos dos años. Pero,2022 era para cientos de miles de empresarios y trabajadores el momento de la recuperación, de la esperanza.
La imprevisión del Gobierno de nuevo pone a España en un mapa que no nos merecemos y que nos puede costar mucho. Entre otras cosas dejar de ser un destino genial para pasar unas vacaciones sin sobresaltos. Cuántas veces, con cuánto tiempo hay que avisar a los responsables de que hay que reforzar el personal de seguridad para que los tiempos de espera no sean desesperantes hasta el punto de que supongan perder tu vuelo y esto te acabe amargando las vacaciones y te lleve incluso a elegir otros destinos.
Es irresponsable y demencial que la primera industria del país sufra de nuevo un mal año porque los que tienen que dar todo estén al pairo de los problemas reales, no les preocupe o al menos lo parezca. Alguien tiene que ponerse manos a la obra y ya. Una parte importante de nuestro PIB está en juego y miles de trabajadores esperan con ansiedad que este año por fin puedan trabajar y llevar un sueldo digno a casa.