La reunión en Bruselas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte -alianza militar intergubernamental de defensa colectiva creada en 1949 para oponerse al comunismo-, con asistencia de jefes de Estado y de Gobierno, aprovechando la inauguración de la nueva sede, resultó un desastre. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, expresó las discrepancias con Estados Unidos en lo referente a Rusia, el comercio internacional y el cambio climático. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, pidió a Donald Trump que no abandone el Protocolo de París, solicitud también formulada por el Papa Francisco al mandatario durante la entrevista que sostuvieron hace pocos días en el Vaticano.
En su discurso el gobernante norteamericano solicitó con vehemencia que los Estados miembros paguen las cuotas atrasadas, velada amenaza de suspender el pago de las suyas (Estados Unidos) si no lo hacen. Mantuvo su actitud desafiante frente al esfuerzo mundial por el medio ambiente a la búsqueda de frenar el recalentamiento del planeta.
El ambiente fue tenso. Miles de personas gritaron en las inmediaciones del organismo, activistas disfrazados de payasos criticaron que los países de la Unión Europea suministren fondos para la industria de armamentos y varios participantes adujeron que no veían relación con la estrategia tendiente a evitar el terrorismo del Estado Islámico.
Se revisará la situación de la alianza, la coalición militar posee una fuerza cuyo compromiso es con la paz, aun cuando no se determinó de qué manera. El objetivo de enfrentar el poder del bloque de naciones socialistas después de la segunda guerra mundial ha perdido vigencia, es imperioso el examen detenido de la misión, de la acción positiva de Occidente por un futuro mejor. Gobiernos comunistas quedan pocos, ni Rusia y China lo son, en cambio la violencia demencial golpea a seres inocentes y la migración prolifera.
El desorden mundial sigue, el caos amenaza, la globalización implica replanteamientos importantes. Recordamos que también existe el Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia, -Pacto de Varsovia-, asociación fundada en 1955, por nueve Estados de la órbita de la Unión Soviética, creada con la intención de impedir el rearme alemán, antes de la reunificación de ese país. Dicha institución es igualmente anacrónica. Todas las naciones deben cooperar en la solución de conflictos políticos, económicos y religiosos que afectan a la humanidad, atónita ante el incremento de prácticas genocidas. Vivimos en una Torre de Babel, el presidente Juan Manuel Santos anunció hace algunos meses la vinculación de Colombia a la Otan, con la cual nada tenemos que ver, por fortuna eso no ha acontecido. Ojalá que haya olvidado tan errónea iniciativa.