La era del egoísmo | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Octubre de 2018

HACE algunos años, la revista Time dedicó una edición a la Era del Egoísmo; las razones de esta publicación eran evidentes, el sentido solidario, la cultura social, naturales y necesarias para el desarrollo pleno de la persona humana y de la sociedad estaban desapareciendo. Hoy, el verdadero sentido del amor -contario al egoísmo– razón de la plenitud humana, es entendido como “un cuento para descrestar ignorantes”.

El caso de Viviane Morales, como candidata a la presidencia, es un ejemplo de lo que es el egoísmo en la política: esta mujer digna de ser presidente fue víctima de quienes confunden la política -el arte de buscar el bien de los ciudadanos de un país, unidos en procura del bien común- con la oportunidad de satisfacer intereses personales, cueste lo que cueste.

Evidentemente, no hubo democracia en las últimas elecciones presidenciales cuando la descalificó el partido liberal por no renunciar a su fe y a sus valores, y no hubo autoridad alguna que la defendiera en nombre de la libertad y del derecho. Encontraron, en algún bolsillo, algún argumento jurídico para acabarla y lo lograron, y los medios de comunicación se hicieron los de la vista gorda. Y, en mi caso, como fórmula vicepresidencial de Viviane, me volvieron trizas, faltando a la verdad.

¿Cómo le van a explicar, a las futuras generaciones, que unos “personajes”, oscuros, dejaron que molieran a Viviane sin escrúpulo alguno, siendo ella una candidata digna y capaz para ejercer como cabeza de la rama ejecutiva de Colombia?

¿Quién entiende que las ideologías (opiniones compartidas sin sustento racional) sean privilegiadas, respetadas y difundidas, mientras que Jesús, como personaje real, y su discurso de amor, de solidaridad y desarrollo humano, es vetado, siendo que el diálogo entre fe y ciencia, es fundamental en la búsqueda de la plenitud humana y el desarrollo los países, como se evidencia con la historia: fe sin razón es insensatez y razón sin fe es soberbia: separar la fe de la vida humana es un contrasentido y arrogancia.

 El paradigmático discurso de John Winthrop -primer gobernador de las colonias inglesas en Norte América- al pisar tierra, resume el espíritu solidario del cristianismo, que marcaría a los Estados Unidos hasta hoy: En estas tierras habrá libertad moral y seremos una nación informada por el modelo cristiano de caridad: aquí debemos deleitarnos en los demás, hacer las condiciones de los otros nuestras, gozar juntos, llorar juntos, trabajar y sufrir juntos, siempre teniendo delante de nuestros ojos nuestra comunidad como miembros del mismo cuerpo... Aquí, el que no trabaja no come...

¿Quién entiende que, si este discurso llevó a Estados Unidos a lo que es, Colombia, formada por hermanos en Cristo, está en manos de unos egoístas que eliminan a quienes no piensan como ellos o no pueden brillar sin los parásitos de la política? ¿Cuándo fue que la libertad que nos hace libres se nos volvió cadena de esclavos? Lamentablemente, cuando no sabemos lo que nos pasa, eso es lo que nos pasa (Ortega y Gasset).