Admiro a las mujeres que valerosamente han enfrentado a Nicolás Maduro y al régimen de represión y abuso que él encabeza; mujeres como María Corina Machado, la arbitrariamente depuesta Diputada de la Asamblea Nacional, y Liliana Tintori, esposa de Leopoldo López, condenado a más de 13 años de cárcel por oponerse al Gobierno.
Como ellas, muchas más han sufrido toda clase de abusos y humillaciones, y a diario lo arriesgan todo, hasta sus vidas, por defender la democracia y el derecho a disentir del pueblo venezolano.
Hoy se destaca la voz poderosa de Luisa Ortega, Fiscal General de Venezuela. Con emoción la hemos oído condenar la brutal violencia de la Guardia Civil contra el pueblo, que desde hace 92 días se mantiene en las calles protestando por el hambre, la angustiosa escases de medicinas y la intención de Maduro de imponer al país una Constituyente cuyos integrantes serían electos a dedo por el mismo.
Luisa Ortega, destacada líder del antiguo chavismo, aquel que aplaudió la Revolución Bolivariana propuesta por el difunto Hugo Chávez, hoy, desde su importante posición, enfrenta la total decadencia y corrupción de ese ideal y encabeza el grupo reconocido como los “despolarizados”, conformado por importantes chavistas opuestos al Gobierno.
En su más reciente discurso, Ortega, sin amilanarse por los recios ataques que ha recibido de los vasallos de Maduro, de pie frente al Tribunal Superior de Justicia (TSJ), increpó a los jueces de dicho Tribunal por su rápida aprobación de la Asamblea Constituyente propuesta por el dictador/presidente. Consideró que esta “produce un rompimiento del orden constitucional”. Luego pidió a la Sala Plena del TSJ un "antejuicio de mérito", contra ocho magistrados aliados de gobierno, por estimar que cometieron delito de "conspiración" contra el sistema democrático.
La respuesta de los áulicos de Maduro no se hizo esperar. Enfurecidos, acusaron a Ortega de estar loca y demandaron que inmediatamente se citara a un grupo de psiquiatras para que la diagnosticaran como tal. ¿Caramba, estos personajes de verdad creen que estamos en los tiempo cuando cualquier mujer que se atreviera a enfrentarse a un hombre, fuera este su marido, su padre o su hermano, o cualquier líder religioso o político, podía ser declarada loca e internada en un manicomio hasta que la muerte diera cuenta de ella?
No fueron pocas las mujeres de todas las condiciones sociales, aún reinas, que corrieron esta suerte. Pero, quizá esos que piensan declararla loca, no se han enterado que ya no estamos ¡Gracias a Dios! en esas épocas.
La verdad es que más loco parece Maduro, que cree que Chávez se le aparece en sueños, en forma de pajarito, a darle instrucciones. Eso sí, es como rarito, ¿o no?
Sin embargo, no deja de ser alarmante el peligro que la Fiscal General está corriendo. La situación de Venezuela se ha deteriorado de tal manera que cualquier cosa puede pasar. En cualquier momento pueden entrar a su oficina o a su casa y llevársela presa o desaparecerla, o una bala perdida puede matarla. Cada día muere un manifestante más en las calles de las ciudades venezolanas; cuando escribía esta columna, ya eran 86 los muertos en encuentros violentos con la guardia civil, o por francotiradores ocultos.
Nadie está a salvo. Qué el pueblo cuide a Luisa Ortega, María Corina Machado, y a Liliana Tintori, tres mujeres que se han convertido en fastidiosas espinas en los zapatos de Maduro.