La mentira de la verdad (I) | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Diciembre de 2021

No hace mucho, en una reunión de colegios católicos una de las conferencias expuso la razón para desconocer que existe la Verdad. Entre sus argumentos acudió a la libertad de la persona humana: yo quedé estupefacto, pero no tuve valor para intervenir, en un teatro con cientos de maestros y rectores, siendo un invitado desconocido. Hoy, viendo las consecuencias de este esperpento ético veo necesario gritar: docentes, rectores. Abran los ojos, busquen la Verdad, antes de atender cualquier otra disciplina. 

Verdad:  Del latín veritas: adecuación, conformidad. La verdad está en la realidad (verdad ontológica) y en el conocimiento (verdad lógica). A diferencia de lo irreal, aparente o ilusorio, de las cosas reales se dice que son verdaderas. El conocimiento y las proposiciones son verdaderos cuando se ajustan a la realidad. También se habla de verdad moral para expresar la conformidad entre lo que se dice, lo que se hace y lo que se piensa. El respeto a la verdad es uno de los elementos fundamentales de la personalidad humana, de la convivencia y de las sociedades.

Libertad:  Es ausencia de coacción, independencia; pero, sobre todo, es autodominio con que la persona gobierna sus propias acciones. En el acto libre entran el juego las dos facultades superiores: la inteligencia, que conoce y delibera, y la voluntad, que decide. La libertad reside propiamente en la voluntad, pero sin conocimiento de la verdad no hay libertad. Por ser la persona un ser limitado, su libertad también lo es, al menos con una triple limitación fundamental, que también es protectora: física, psicológica y moral.

Bien:  En sentido objetivo, lo que perfecciona a un ser, lo que por naturaleza le conviene. En sentido subjetivo, lo que produce satisfacción y lo que nos resulta útil. En el sentido indica plenitud y es equiparable a la verdad y a la belleza.   

Bien común:  Por estar llamado a vivir en sociedad, existe para persona la persona humana un bien común: el conjunto de condiciones –paz, bienestar, valores…– que hacen posible una sociedad digna de la persona humana.

Amor:  Sentimiento que mueve a desear el bien de la realidad amada, así como su posesión o la identificación con ella. Es una realidad humana fundamental, ligada estrechamente al conocimiento. Como inclinación a un bien no poseído, el amor origina el deseo; como adhesión al bien presente, el amor se transforma en gozo.                

Conciencia moral:  Es la misma razón humana que juzga de la sobre la moralidad de los actos, sobre el bien y el mal. Manifiesta al sujeto la existencia de una norma ética objetiva: la ley natural se distingue entre cierta o dudosa, verdadera o errónea; su error puede ser vencible o invencible.

Conciencia psicológica:  Capacidad humana de conocer la realidad y conocerse a sí mismo (autoconciencia).

Evidentemente estas definiciones son universales para todo docente, político, padre y madre de familia, comunicador, líder empresarial. También es claro que el desorden moral universal (incluyendo el futuro climático, las leyes acomodadas por unos anónimos), la muerte de millones de niños y mayores en el mundo muy poderosos que inventan ideologías –venenosas– que manejan el mudo con una mano.

Fuente: José Ramón Ayllón