El equivocado ingreso de Colombia a la Otan y el reconocimiento remitido a la secretaría general de la Organización de Naciones Unidas de Palestina como Estado Libre y Soberano, fueron parte de los últimos suspiros de poder del expresidente y Premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos.
Dudo que la postrera determinación pueda reversarse. Sorpresiva porque el exmandatario siempre dijo que un acuerdo entre Palestina e Israel depende del éxito de negociaciones bilaterales entre representantes de los dos pueblos e impartió la instrucción de abstenernos en las votaciones efectuadas tendientes a confirmar el estatus de la Autoridad Nacional Palestina.
Anotó que el líder Mahmud Abbas, durante la administración Obama en los Estados Unidos, propuso que Israel aceptara la Zona Árabe de Jerusalén como capital, desmilitarización y presencia del ejército de la Otan, sugerencia rechazada por Israel, aunque la organización se halla dispuesta, si hay acuerdo, a encargarse de mantener el orden en el área. El actual presidente norteamericano ha reiterado el veto a esta fórmula. Curioso que Colombia sea socio global del Tratado del Atlántico Norte, reconozca a Palestina su carácter de Estado y en la carta a la ONU se haya incluido el anhelo de que las dos Naciones logren la suscripción del acuerdo de Paz. Así se considere insustancial la nota enviada y sea criticable la decisión no fruto del empalme con el gobierno entrante poniendo en riesgo relaciones con países amigos, el hecho se acerca más a la naturaleza del Premio Nobel de Paz que a la de presidente de la República, aun cuando muchos sostengan atinado sumarnos a la lista de países que reconocen la existencia soberana de Palestina. El episodio responde a consideraciones que no conocemos incluidas en la agenda del doctor Juan Manuel Santos y en el texto de las conferencias que prepara.
Entendemos la dimensión del conflicto, la aspiración de Palestina a configurar el futuro y en cuanto a Israel somos conscientes de su historia, de sus padecimientos, del genocidio perpetrado por los nazis. Resulta admirable el uso de la tierra, la tecnología, el progreso obtenido por su gente en un territorio productivo gracias a la laboriosidad.
Acertado que la nueva administración de Colombia, que el presidente Iván Duque y el canciller Carlos Holmes Trujillo, analicen la situación con altura, corresponde encauzar la política internacional con criterio distinto del adoptado en los años recientes, sepultando el secretismo, con participación del Congreso y de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. Novedoso, en todo caso, que Palestina posiblemente tenga Embajador residente en Bogotá y el jefe de misión estreche la mano de su colega de Israel.