Todos los colombianos clamamos por el justo castigo a quienes en diferentes direcciones atenten contra la integridad de los menores, como el homicidio, el acceso carnal, actos sexuales abusivos, tortura, secuestro y otros; quisiéramos ver a estos abusadores y asesinos pagando sus crímenes en términos justos e imparciales, acompañados de investigaciones prontas y expeditas para escarnio de unos y paz espiritual de otros.
La sociedad se conmociona cuando los medios de comunicación dan cuenta, en diferentes sectores del país, de estos sucesos contra la niñez y pregunta por el resultado de las investigaciones, que se deben adelantar frente a todo tipo de delitos, para obrar con transparencia y justicia. Desafortunadamente no es fácil lograr una rápida condena, y los protocolos judiciales se extienden en el tiempo, llenando de impaciencia la colectividad que inquieta clama por resultados ágiles y palpables. Esa situación ha movido diferentes capas sociales que hoy claman por una pena de cadena perpetua para este tipo de delitos y ese clamor se motiva ante la repetida serie de actos contra menores, que se vienen presentado los últimos tiempos en nuestro país.
El Señor Presidente de la Republica, doctor Iván Duque, ya se pronunció sobre el asunto tomando la iniciativa, al radicar el proyecto de reforma constitucional que el propósito demanda, lo que quiere decir que el asunto no es de poco caldo y necesita un gran respaldo legislativo que seguramente el gobierno lograra, pero como las cosas no dan espera y en tanto se surten los debates en el Congreso, sería muy saludable tomar medidas para encausar una estrategia al respecto.
Desde el punto de vista criminológico siempre se ha dicho que si el antisocial no le teme al castigo, difícilmente abandonara el camino del delito, si los grupos criminales no ven justicia pronta y ágil, poco o nada prestaran atención al accionar de las autoridades. De manera que antes de tomar nuevas medidas sería importante ajustar los procedimientos de cara a la actual situación; para nadie es un secreto que la infraestructura carcelaria del país es deficiente, la capacidad de las cárceles hace mucho tiempo que está desbordada, viéndose los directivos del Inpec avocados a una serie de eventualidades de difícil manejo, por lo tanto sería saludable que paralelo al proyecto encaminado a establecer la cadena perpetua en Colombia, se estudien alternativas para solucionar esa crisis que está ahogando al país, porque uno de los motivos que tiene el antisocial para no temer a la justicia, es el caos carcelario que él mejor que nadie conocen, por haberlo vivido en repetidas oportunidades y que pareciera juega a su favor.
Urgen las cárceles soportadas en tecnología, urgen estrategias audaces para enfrentar la problemática, añoramos esas prisiones de antaño temidas por la delincuencia.