El miércoles 27 inició su segundo mandato el Secretario General Almagro que estará marcado por el fortalecimiento de la Democracia y de los Derechos Humanos, por el impulso al desarrollo y a la innovación que le son correlativos, así como por la superación de la pandemia del Covid-19. Su gestión en los próximos cinco años asegura la continuidad de sus esfuerzos por devolver a la OEA sus caracteres de Relevancia y Modernidad que se debilitaron en las gestiones posteriores al 2004 y son hoy indispensables para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
“Normalizar la Democracia” apunta a fortalecer consensos y robustecer el diálogo político, que constituyen principios y valores de la Carta fundacional y reiterados en la Carta Democrática, insustituibles para el mantenimiento de la paz y la estabilidad política regional, y que están en juego en medio de la guerra fría que se inicia entre la China y Occidente. Ese enfrentamiento, no atañe al sistema económico basado en la industrialización y el crecimiento, hoy compartido por todos, sino al componente político que se fundamenta en la vigencia de la democracia y el respeto de los derechos humanos, patrimonios del sistema interamericano.
La OEA ha construido doctrina y herramientas para la defensa, e innovación de sus principios democráticos y de los derechos humanos, cuya vigencia ha fortalecido la legitimidad de la inmensa mayoría de los regímenes políticos en el hemisferio. Con ellos, el secretario Almagro ha procurado una solución pacífica a la usurpación del poder en Venezuela por el dictador Maduro, y su valentía y tenacidad han encontrado eco en muchos de los Estados Miembros de la Organización. Pero no debe olvidarse que en el proceso de elección del Secretario General se inmiscuyeron el espíritu y los intereses que animan ya la confrontación para el delineamiento de un nuevo orden mundial. Es tarea que exigirá templanza, diplomacia y mucha firmeza para defender, en un inminente escenario orbital de confrontación, el mayor y esencial activo de la Organización.
Por otra parte, el Covid-19 es un reto enorme para la vida y el desarrollo económico y social en el continente, y así lo ha expresado el secretario Almagro. Su voz ha sido escuchada porque los presidentes de Colombia, Chile, Perú y Uruguay han coincidido en que la lucha contra la pandemia debe ser coordinada regionalmente. En una tarea mayúscula la que le espera al Secretario General, porque lo que se espera de su coordinación es trabajar para que la superación de la crisis se traduzca en una nueva normalidad en la que se superen los déficits sociales que afectan a nuestros pueblos y se traduzca en el goce pleno de los derechos económicos y sociales de todos los ciudadanos.
Nos esperan tiempos difíciles y azarosos que definirán la arquitectura de un nuevo orden mundial en el que estarán en juego muchos de los conceptos, instituciones y logros que hoy soportan las libertades de los ciudadanos. Preservarlos es la mayor tarea de la OEA.