Solo pinta bien el que puede y no el que quiere. Cualquier pintor puede pintar un rostro. Pero solo el que tenga inspiración y conocimiento profundo, puede pintar el “alma” de ese rostro. El retratista auténtico, del caudillo pinta o capta su gesto rotundo, su mirada dominante, su perfil soberbio. Sí se elabora el rostro de un escritor, reproduce al pensador en su hondura conceptual. Del deportista lleva al lienzo su energía fáustica. Jean-Auguste-Dominique Ingres da impresionantes consejos al pintor que se atreve a pintar rostros. Veamos algunos. “El artista de raza solo puede pintar el espíritu de un personaje. ¿Y cómo hacer para capturar el espíritu? ¡He ahí el problema! ¡El misterio! El secreto del artista superior”.
“… Coged el carácter individual de vuestro modelo; de un hombre fuerte no hagáis solo un parecido; cógele solo el carácter hercúleo. Fijaos solo en la pose de la cabeza y del cuerpo. Caracterizad a la persona que pretendes pintar. El cuerpo no debe seguir el movimiento de la cabeza. Antes de pintar, hay que estudiar los detalles del modelo, sus tics, sus ángulos, sus luces y sombras. Al modelo hay que interrogarlo, hay que hablar en silencio con él”.
No existen dos personas exactas. Algo muy profundo y definitivo debe distanciarlos. ¡La intuición del gran pintor todo lo descubre y lo revela con fuerza!
El estudio tenaz permite encontrar la misteriosa alma del personaje. Mucho cuidado con la edad, su raza, su profesión, sus hábitos y costumbres. Un dibujante debe tener los ojos en todo. Tiene que ver con claridad lo que otros ni siquiera malician.
Cuando el pintor domina por completo a su modelo y conoce toda su personalidad psíquica puede hacer el trabajo. El trabajo será sorprendente. Es cuando el observador comenta. Ese pincel lo movió la mano de Dios. La inspiración, el talento inabarcable del pintor es casi imposible definirlo.
María Paulina Espinosa de López es un talento polifacético. Terca, dominante, estudiosa, disciplinada, ambiciosa, perfeccionista. Lleva estudiando el arte de la pintura. Los retratos que conocemos son bien apasionantes. Hace pensar en lo neoclásico. No en esos dibujos enormes que con frecuencia se miran en las galerías. Algunos retratos de artistas no muy afortunados, se parecen a todo el mundo menos al modelo que se tuvo al frente. Es una actividad muy compleja la del retratista. Es exigente a más no poder. Ya vimos las exigencias de los expertos. Y lo constatamos cotidianamente. María Paulina Espinosa de López sabe que se viene al mundo a crear, a servir, a luchar, a apostar. Su alma es humanitaria y vive en permanente desasosiego. Todo esto la ennoblece. Esta mujer donde se para deja huellas de leona. Es combativa, inconforme, crítica, polémica, batalladora. Su alma no cabe en su cuerpo. A Colombia le hacen falta personas como esta tropera.