Los acuerdos del gobierno tras la visita del presidente de Colombia a Pekín, consisten en mantener lazos con las dos orillas del planeta, como aconsejaba Talleyrand.
Petro ha sido uno de los mandatarios más consentidos de Estados Unidos, lo ha visitado el Secretario de Estado, y recibido varias veces en la Casa Blanca, en contraste con el gobernante anterior al que lo citaron para decirle que Estados Unidos había cambiado su política respecto a Venezuela, sin más.
Petro ahora ha conseguido un nuevo estatus de colaboración con el presidente Xi. Algo digno de ponderación más allá de sus discutibles tuits y de su reciente derrota electoral. Esto desarrollará además el sector de la infraestructura en puertos y en la construcción de una indispensable vía férrea, entre la costa atlántica y la del pacifico. Más allá del partidismo, parece que esto beneficiará a Colombia.
Varios países de centro y sur américa han recibido fuerte inversiones de la China quien se ha convertido en decisoria socia comercial, tal el caso de Chile, y ahora de Argentina en perpetua deuda con los organismos internacionales y con una inflación anual de tres dígitos. Cosa que no ocurre aquí, lo que nos hace correr menos riesgos con una China ajena a la democracia y a los valores liberales de la sociedad occidental.
El aliado norteamericano está en una situación interna delicada. Y por tanto es bueno estar preparados si quedara en manos de MAGA, el movimiento errático de Trump, quien según las encuestas puede ser el próximo presidente. Lo que aceleraría su decadencia como nación en el ámbito mundial. Él ha propuesto bombardear a México con cohetes…
Desde luego si las instituciones norteamericanas funcionan bien, podrán detener ese inminente desastre. Pero hasta ahora, las condenas contra él le han aumentado el apoyo y el dinero entre la base del partido republicano. Se trata de una amenaza real salida de un imaginario irreal y enfermizo, pero afín a un sentimiento arraigado en una cultura etnocéntrica, y ajena a sus responsabilidades planetarias.
El exsecretario de defensa Robert Gates en un artículo autocritico, sostiene que no se puede aspirar a la grandeza sin la responsabilidad. Que la victoria norteamericana en la guerra fría tuvo respaldo en 9 administraciones sucesivas de ambos partidos. Ya no es así. China busca ser la primera potencia en el 2049, en el centenario de su revolución. Además de haber convertido a Rusia en un aliado sujeto a sus designios.
Es socia ya de 120 países, y más de 140 naciones estarán beneficiados por el Camino de la Seda.
Gates menciona la trampa de Tucidides, que la potencia en ascenso reta al poder establecido. Afirma que Estados Unidos lleva la delantera tecnológica, en calidad de sus armas y en con un poderío atómico muy superior, y una economía sólida. Cuando Esparta retó a Atenas (trampa de Tucidides: ambas perdieron) consultó al oráculo, y este le contesto: “Invocado o no invocado Dios estará presente”.