LÁCYDES MORENO BLANCO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Junio de 2014

Escritos de Antonio Montaña

 

En la edición correspondiente al domingo 1º de junio el agudo y talentoso colaborador de este diario, doctor Horacio Gómez Aristizábal, comentó golosamente mi reciente libro Palabras junto al Fogón, en el que se recogen algunos textos sobre nuestras cocinas regionales, su trascendencia cultural y mundo en particular.

Para mí, lo más interesante en este caso es que dicha publicación hacer parte de una sustantiva colección (17 volúmenes) de obras atinentes a nuestras cocinas criollas, dispuestas en buena hora por el Ministerio de Cultura y vivo interés de la ministra Mariana Garcés Córdoba.

Tan bello material, preparado bajo la dirección experimentada de José Antonio Carbonell, abarca estudios antropológicos, históricos; memorias de viajeros, recetas olvidadas, entre otros temas, tanto más útiles cuanto de la mesa conocíamos -antes de que la cocina se pusiese de moda- la expresión de sus placeres mas no todo lo que encierra como rito, memoria, nostalgias, identidad, cultura, en fin, como podemos verificarlo ahora al leer o penetrar en muchos de esos trabajos.

En esta selecta colección aparecen estudios de Germán Patiño Ossa, de la antropóloga Esther Sánchez, de Antonio Montaña, cuyo deceso reciente tanto nos conmovió, así como el del sabio Santiago Díaz Piedrahita, quien presenta sus investigaciones sobre Las hojas de las plantas como envoltura de alimentos. También lúcidos estudios del profesor Gregorio Saldarriaga, de la historiadora Cecilia Restrepo Manrique, de Aída Martínez Carreño, de Carlos Ordóñez, con la recopilación que hizo de muchas recetas de nuestras cocinas. Y la tela da para cortar de otros esclarecidos autores.

Al agradecerle al ilustre Horacio Gómez Aristizábal su generoso comentario, cabe decir que en él aflora un lunarcito, cuando dice que uno de mis libros se titula Manual de la biblioteca básica de las cocinas en Colombia. Seguidamente registra los apuntes en torno de las cocinas de la Costa y llanuras del Caribe, la de Santa Fe de Bogotá, etc… No. El libro en mención comprende los escritos que con autoridad intelectual nos dejó Antonio Montaña. Lo que sí aparece con mi firma, a partir de la página 105 hasta la 174, son los colombianismos relacionados con nuestras cocinas y su mundo, tomados con previa autorización de mi Diccionario de Vozes Culinarias. Este volumen concluye con una jugosa bibliografía atinente a libros y documentos sobre cocina, así como de recetas colombianas del historiador Jorge Orlando Melo.

Me deben excusar estas explicaciones algo dilatadas, pero no olvidemos que vivimos en un país de malquerientes y muchos pueden considerar, después de leer a Gómez Aristizábal, que nos estamos apropiando de la cosecha de otros autores.