“Hemos padecido tres administraciones de izquierda”
A medida que avanza la campaña electoral en Bogotá declina la intención de voto por Claudia López. Privilegiada por los medios de comunicación era de esperarse que su favoritismo inicial se incrementara para permitirle asumir la imagen de estadista que nunca la ha acompañado. Flanqueada por Fajardo y Mockus, no le suponía mayor esfuerzo, siempre y cuando no incurriera en gaseosas indefiniciones, tan caras al primero, y en las circenses actitudes con las que el segundo pretende hacer pedagogía. Hubiese tenido entonces la posibilidad de desvanecer su inmensa inexperiencia en el manejo del estado, su arrogante temperamento y su inveterada propensión al insulto, la mentira y la estigmatización, ajenas a contendores Galán y Uribe, solo profesadas por Hollman Morris, con menor intensidad.
No pudo porque la desmesura la acompaña, la invectiva la domina y el rifirrafe callejero la apasiona, hasta el punto de llevarla a malgastar la difusión de sus programas en permanentes rectificaciones ordenadas por la justicia, so pena de sanciones por desacato. Mientras tanto, Miguel Uribe demuestra su experiencia y resultados en el manejo de sus responsabilidades y en el conocimiento de la Capital, Galán se esmera en la presentación de sus programas y exhibe tranquilidad ante el insulto, y Hollman se esfuerza en replicar las tesis y comportamientos de Petro, para quien fungir de dictadorzuelo es un privilegio masculino.
No deben olvidar los candidatos que Bogotá está en derecho de esperar del Alcalde que asuma claridad sobre el futuro de la Capital, los proyectos que deben ejecutarse y los requerimientos necesarios para convertirlos en realidad. Ello exige conocimiento de los entornos y dinámicas económicas, sociales, culturales, ambientales de la ciudad, así como de los instrumentos que permitan concretar esos cambios. La hoja de ruta del ordenamiento territorial no debe depender del lineamiento trazado hace 20 años, cuando otra era la ciudad y otras también sus dinámicas y perspectivas de desarrollo. Claudia y Hollman procuran extender la continuidad del viejo POT, porque pretenden formular el propio, ella, o revivir el de Petro, él.
Bogotá el 27 de octubre se juega su destino. Ignorarlo no tiene excusa porque ya ha padecido las consecuencias de tres administraciones de izquierda que le significaron retrocesos y corrupción. Regresar a esas recetas, no sólo sería devolverse a un pasado funesto, sino también extender esa fórmula de pobreza y represión al país, cuya única experiencia exitosa en América ha sido su capacidad de permanencia, a pesar de sus fracasos. No hace falta invocar el nombre de Maduro para describir lo que vendría, basta con recordar la gestión de Petro, su gobierno de balcón y su manipulación de le ley para vislumbrar el gobierno de Claudia, cuya aspiración es demostrar que ella lo superaría.