Legalizar drogas va con prevención | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Septiembre de 2022

El primer discurso del presidente Gustavo Petro ante las Naciones Unidas, adornado en su oratoria y tono poético, quería hacer un llamado a acabar la guerra contra las drogas, que más directamente podría haber sido una invitación al diálogo para tener una visión prospectiva de su legalización en el mundo.

Este llamado ya había sido planteado, con un talante distinto, tanto por Álvaro Gómez Hurtado, como por su hermano Enrique, en calidad de candidato y senador. En el año de 1995, en abril, unos meses antes de su magnicidio, el doctor Gómez en conferencia ante el Centro de Estudios Colombianos, en una disertación sobre el régimen y “las insondables fallas de la actual operación administrativa de Colombia”, mencionando la necesidad de revivir el conservatismo en sus distintas aristas, decía: “Si nosotros queremos hacer un reclamo es una cumbre antidrogas porque la Convención de Viena nos ha dicho que el volumen de la droga  es superior al petróleo… Estamos ante un negocio que es el mayor negocio de la historia universal en las que pueden participar las gentes sin un peso y sin saber leer ni escribir. Un campesino nuestro del Vaupés, siembra y cosecha y vende ...que busquemos otros ámbitos, que provoquemos la cumbre para estudiar la lucha contra la droga…y nos dirijamos a la organización internacional. Entonces todo cambia… Si quieren una información se puede dar a través de Viena”.

El discurso entonces implicaba un llamado al diálogo internacional, ese diálogo que el actual presidente menciona para otros temas con insistencia. Quiso abarcar varios intereses al tiempo, como también ser un vocero regional, de modo que el llamado a la legalización falta concretarlo para provocar la cumbre que hablara Álvaro Gómez Hurtado.

Quedó por ahora como una referencia en un temario de medio ambiente, en cuanto el evento se refería a la ‘Acción Climática de las Naciones Unidas: Foro de Resiliencia y la Carrera hacia el Cero’. Donde entonces quedó el asunto como transversal a su objetivo de descarbonizar la economía con hechos políticos.

Hablar de legalización de la droga requiere un espacio único, donde la propuesta no puede independizarse de su problema real como es la afectación del consumo de sustancias psicoactivas para la sociedad, que es el meollo por el cual se ha determinado este tipo de política en el ámbito internacional.

En la página oficial del Ministerio de Justicia se reconoce que: “El consumo de sustancias psicoactivas en el país es un problema crítico, no solo por el aumento sistemático que señalan los estudios disponibles, sino porque sus características hacen un asunto complejo con serias repercusiones en la salud pública y en lo social, el consumo de drogas ilícitas está creciendo en el país no solo porque más personas las consumen sino porque el mercado de sustancias es cada vez más amplio y diverso”.

El llamado a la legalización, como antítesis de la guerra contra las drogas, requiere convencer a la comunidad internacional, en un abierto diálogo, con argumentos de salud pública que planteen a unísono alternativas para prevenir la adicción de las drogas y su abuso, que es finalmente el núcleo del negocio y la problemática social. Eso le faltó al discurso. Llegar con el problema y su difícil solución. Hay que tener en cuenta que Colombia ya no sólo es un país productor, sino también consumidor.  

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com