Tal vez sea una idea angelical, pero creo que hay que trabajarle o apostarle mucho, mucho más hoy en día, a que las personas ejerciten su propia libertad y su propia responsabilidad. La situación originada en la pandemia es un contexto inmejorable para abrirle más campo a estas dos dimensiones de la condición humana. Hay una tentación gigante en todos los que tienen un nivel de autoridad a invadir a las personas, obligándolas a limitarse en el pleno ejercicio de su condición humana, especialmente en épocas de emergencia como la actual. Son comprensibles algunas medidas, pero poco a poco van entrando en todas las esferas del diario vivir y de pronto amanecemos absolutamente expropiados de nuestra propia voluntad. Mañana será de la libertad de pensamiento. Pasado mañana de la posibilidad de elegir nuestra forma de resolver la vida.
El Estado moderno, al menos entre nosotros, tiene la concepción de que el hombre de a pie, el de la calle, es incapaz de gobernar su vida en libertad y con responsabilidad. Y por eso reglamenta todo, legisla sin cesar, quiere hacer presencia en todo. Es curioso, pero este modo de gobernar la vida se parece mucho a la forma como funcionaba la religión antiguamente, queriendo dirigir la vida de las personas hasta debajo de las sábanas. Pero aquellos que siempre criticaron esto, han hecho del Estado moderno una especie de iglesia medieval, que quiere controlarlo todo, meter a la cárcel a todo el mundo y tiene funcionarios que bien pueden recibir el título de inquisidores. La humanidad no progresa confinando a las personas, ni material ni espiritualmente, sino creándole las mejores condiciones para que todos, en libertad y responsabilidad, contribuyamos a que el mundo se perfeccione.
En general la gente usa la libertad para bien y por lo común, hace las tareas de la vida con responsabilidad. Todo debería contribuir a hacer crecer estos índices de verdadera vida humana. La educación, la cultura familiar, la predicación religiosa, el funcionamiento de lo público y lo privado, el contenido de los medios de comunicación, podrían contribuir enormemente a que el ciudadano sea cada vez más libre y más responsable. Cuando lo que prima es el miedo y la desconfianza, se atacan estas dos dimensiones y eso es fatal.
En un ámbito vivido de esta manera, quienes rompan los límites de la sana libertad y quienes actúen irresponsablemente, tendrán que verse con las consecuencias ante la ley y ante los demás. Pero hay que tener todas las alarmas encendidas cuando cada día el sol brilla un poco menos porque algunos piensan que el exceso de luz es perjudicial para la vida humana y lo ocultan con cualquier clase de telón. En las sociedades racionales, verdaderamente humanas, nadie tiene por qué recortar libertades ni reemplazar el ejercicio de la responsabilidad que corresponde a cada persona. En esta época es recomendable dormir con un ojo abierto.