Con el reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia, una vez más, se confirman la vigencia e intangibilidad del Tratado Esguerra-Bárcenas de 1928, la soberanía de Colombia en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, las fronteras incluidas en la Constitución: “Los límites son los establecidos en los Tratados Internacionales aprobados por el Congreso, debidamente ratificados por el presidente de la República y los definidos por laudos arbitrales en que sea parte la Nación.”
Es inaplicable la sentencia del 2012 que desconoce el meridiano 82 como límite marítimo, cualquier cambio solo podrá concretarse mediante convenios bilaterales y multilaterales que preserven derechos adquiridos por otros Estados del Caribe.
El acto ilícito internacional de haber declarado el gobierno sandinista “nulo e invalido” en 1980 un compromiso adquirido a perpetuidad carece de sindéresis, la intangibilidad de los Tratados es condición para que el orden jurídico internacional prevalezca, esencialmente constituido por el respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados y por el fiel cumplimiento de ellos y otras fuentes del Derecho. La sentencia de la Haya del 2012 continuará inejecutable, la Armada vigilando, evitando el narcotráfico, colombianos y nicaragüenses pescando, incólume la reserva de SeaFlower, el cuidado de la fauna y la flora, la dignidad de los raizales.
Las líneas de base rectas para incrementar su mar territorial decretadas abusivamente por el gobierno nicaragüense son exorbitantes y erróneas, el presidente Iván Duque es claro al respecto, le asiste razón al precisar para conocimiento de la comunidad internacional que solo mediante Tratados podrán adoptarse cambios de límites. En las actuales circunstancias cualquier compromiso con el régimen autoritario de Daniel Ortega es inviable, Colombia no tiene nada que mantener en secreto, divulga la solidez de sus tesis jurídicas y conceptuales. El sueño de la unión se consolida dentro del actual debate electoral en Colombia y no dudamos que el próximo gobierno fortalecerá tal posición.
La pretensión de extensión de la plataforma continental nica a más de doscientas millas carece de asidero, ningún organismo de la ONU, incluyendo la comisión de estudio de plataformas que desarrolla aspectos de la Convención del mar no ratificada por nuestro país y menos la Corte de la Haya, dentro de un mundo convulsionado, pienso que se atreva a incrementar tensiones, a crear inseguridad jurídica, máximo si se tiene en cuenta la amenaza de guerra nuclear proferida por el señor Putin que destruye a Ucrania con la comisión de crímenes de guerra y atrocidades innumerables, sin importarle la opinión de la sociedad rusa.
Sea la ocasión para reiterar que los colombianos no tenemos problema con el pueblo hermano de Nicaragua, que esperamos consolidar lazos de fraternidad, de mutua cooperación en beneficio común. Ojalá que el nuevo Congreso de la República asuma su responsabilidad cuando están de por medio el futuro de las generaciones venideras, el mañana de nuestros compatriotas de San Andrés y Providencia, la preservación de la democracia y el redoblar esfuerzos por la vida digna y en paz.