LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Mayo de 2013

De Juan Manuel a José Luis

 

Como  muchos autócratas, los de Venezuela tratan de obtener apoyo popular acudiendo a un nacionalismo burdo, gritar que el país está siendo atacado desde del exterior y que el déspota debe ser respaldado para preservar la soberanía nacional. Esos atacantes imaginarios han sido los Estados Unidos y Colombia. Desde que Maduro, por legado, se convirtió en el “nuevo mejor amigo” del Gobierno colombiano, el puesto del agresor fue asumido por el expresidente Álvaro Uribe. Ahora Maduro acusó a éste de “asesino”, de conspirar para matarlo y de inspirar el homicidio de un periodista venezolano. Graves acusaciones que hacen pensar en lo sucedido en 2007 cuando Chávez tildó de “fascista” (menos grave que “asesino”) al expresidente del Gobierno español, José María Aznar. José Luís Rodríguez Zapatero, sucesor de Aznar en el cargo, le respondió inmediatamente y con gran firmeza que entre gobiernos democráticos “… se tiene como principio esencial el respeto… Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica y no seré yo quien esté cerca de las ideas de Aznar, pero fue elegido por los españoles y exijo ese respeto" y, añade la información de prensa, “El jefe del Ejecutivo subrayó que España considera absolutamente inapropiado y “no aceptable" … que haya descalificaciones a personas que han tenido una responsabilidad fruto de la voluntad popular”. Fue en esta oportunidad cuando el rey Juan Carlos, airado, le increpó el ya famoso “¿Por qué no te callas?”. Sobra recordar que España y Venezuela no rompieron relaciones por este incidente.

Ante los reclamos de muchos por la pasividad del Gobierno colombiano ante el procaz ataque, en particular del expresidente Pastrana quien en carta al presidente Santos manifestó que su silencio rayaba en la complacencia y que “De no pronunciarse el Gobierno oportunamente, se corre además el riesgo de que el proceso de paz, construido sobre el aval del señor Maduro, quede como rehén en sus manos y Colombia expuesta a indignidades y agresiones como las que hoy admite en silencio el señor Presidente”, el Presidente respondió mediante un discreto “tuit” que no emplearía los gritos o insultos sino las vías diplomáticas e instruyó a la Ministra de Relaciones para que expusiera al embajador venezolano la inconformidad colombiana, lo que ya se hizo, todo teniendo en cuenta que lo primordial era mantener las buenas relaciones entre las dos naciones. Esto, a mi entender, equivale a decirles a los venezolanos que por favor no insulten más a Uribe porque le produce problemas al gobierno colombiano y que lo importante es que no se vayan a molestar. Las Farc dependen de Venezuela por su apoyo logístico y político y su eventual retiro es determinante para un acuerdo en Cuba. Todos queremos la paz pero el temor al fracaso no debe hipotecar nuestra política exterior.