¿Llegaremos tarde otra vez? (II) | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Diciembre de 2020

No puedo olvidar que hace algunos años logré que, en el municipio de Guatavita, le agregaran a los programas escolares el de turismo como materia en los últimos años: “y cumpliendo con lo que creían era el turismo lo redujeron a: Bar y Cubiertos. Años después llegó a este municipio una visita de la Secretaria de Educación de la Gobernación de Cundinamarca, para ver el resultado del Programa. Y, a la hora del almuerzo, le correspondió a una de las alumnas servir en una bandeja gigante una montaña absurda de espagueti que temblaba como gelatina, con tan mala suerte que este se rodó de la bandeja en la cabeza y la nuca del invitado de honor… Y, lo peor fue que este se levantó de la mesa hecho una tatacoa y regresó a Bogotá bañado de espagueti, sin despedirse. Tal vez, lo mejor hubiera sido calmar a la niña, que lloraba a mares, como “educador”, le correspondía consolar a la niña, y llamarle la atención a los docentes que no sabían en donde estaban parados.              

De esta manera, los políticos de turno perdieron entre veinte a treinta años. La región del Guavio, hoy, debería ser líder del turismo interno y del exterior. No obstante, ahora, por mil razones podemos desquitarnos, tenemos la naturaleza y experiencia necesaria. La realidad es que el turismo en Colombia debe ser una mina de oro para todos. Basta con ver que antes de la pandemia (2019), el turismo trajo 4.515.932 turistas del exterior (cultos, generosos, responsables con la naturaleza), por esto, hoy, debemos prepararnos para trasformar la calidad de vida de los residentes capacitándolos como es debido.

Así, no puede haber un solo alcalde, gobernador, concejal, rector, docente y líder político de nuestros municipios, con vocación de turismo, que no esté preparado -rigurosamente- para atraer y recibir, debidamente, turistas de cinco estrellas. Esto en razón que el turismo es, prácticamente, la única empresa que nos puede sacar del limbo en el que nos hemos embotellado años atrás. Nuestra geografía -única en el mundo- que atraería a millones de personas que buscan la naturaleza tal como es. Claro, si hay garantía que serán atendidos como corresponde a sus intereses y culturas.

Pero, antes que cualquier otra cosa, debemos manejar la disciplina académica del turismo al más alto nivel. Esta debe ser interdisciplinaria: manejando hotelería, gastronomía, biología, administración de negocios, mercadeo, conocer la culturas de los clientes, cuidado de la naturaleza, ofrecer baños impecables, cuartos a todo dar, atención para reyes, trasporte profesional, dos o tres idiomas, seguridad a toda prueba, atención de salud de emergencia, comunicación con el exterior, especialistas en los diferentes deportes que se ofrezcan… Mientras que no se debe, siquiera, pensar en casinos, burdeles, lampins sin destino caramente definido como aporte a los diferentes deportes.

Nota: un ejemplo del turista que nos interesa son los observadores de aves (una de las vetas más atractivas para el turismo mundial) que son de la tercera edad. En resumen, si queremos sacar de la pobreza a los colombianos debemos empezar por buscar la verdad, la paz y la solidaridad, como soporte de nuestros sueños.