El presidente Donald Trump no ha necesitado cuatro años, ni tampoco cien días. En apenas siete, ha puesto en marcha sus principales promesas de campaña. Con toda razón EL NUEVO SIGLO ha calificado al mandatario entrante como "El huracán Trump" y ha destacado cómo, con el vertiginoso ritmo que ha comenzado a gobernar, ha dejado a su país y al mundo estupefacto. En unos escenarios como los actuales como en donde el ejercicio de la política es mero entretenimiento retórico, Trump como el exitoso empresario que ha sido está demostrando que su administración será de cambios profundos. Está, sencillamente, proyectando la imagen de un antipolítico que llevará a la práctica todos los programas para lo que fue elegido a la Casa Oval.
Trump no cesa de sorprender a quienes primero lo tildaron de un payaso y luego consideraron que era imposible que se convirtiera en una fórmula ganadora. Sin embargo se impuso contra viento y marea, personificando la voz de los inconformes, de los indignados y de los marginados. Uno no cambia de caballo en la mitad del rio, dice el refrán y si este caballo lo llevó al galope hasta la Casa Blanca y le ha brindado un electorado fiel a sus consignas, en las que él está seriamente convencido, muy seguramente seguirá fiel a sus ideales. Desde luego ha sido altamente riesgoso contrariar un establecimiento, acostumbrado a imponer su voluntad, pero es claro que la economía norteamericana está reaccionando muy favorablemente a sus vientos de cambio. Los mercados están súper optimistas.
Todos los indicadores de Wall Street están disparados y a su máximo nivel. El Dow Jones, el índice industrial fundamental en la vida bursátil ha llegado por primera vez en su historia a los veinte mil puntos, cabalgando en el tope de una ola alcista que se inició el mismo día en que se anunció la victoria de Trump. Todo esto es indicando, muy a las claras, que esos mercados están felices con sus empeños proteccionistas, sus intenciones de bajar los impuestos a las empresas y sus ataques al libre comercio en detrimento de los intereses estadounidenses. Trump ha sabido leer que las dos últimas décadas han visto marchitar en forma creciente el poder adquisitivo del dólar y han erosionado seriamente la infraestructura básica del país, así como bajado peligrosamente el liderazgo político de la nación.
Desde luego la cosa no ha sido ni será fácil. Los demócratas están empecinados en hacerle la vida imposible al recién llegado y no han podido asimilar la estruendosa derrota que sufrieron en noviembre. Los republicanos que al principio lo vieron con recelo y poco hicieron para ayudarle a ganar la Presidencia se han dado perfecta cuenta que el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos puede renovarlos como partido y asegurarles una consolidación histórica. Con las mayorías conservadoras en las dos Cámaras, en el Ejecutivo, en gran parte de las gobernaciones y en la Corte Suprema, la derecha está en su mejor momento histórico desde Reagan.