LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Mayo de 2013

Somos paperos

“¡Esdrújula ministra del ajiaco, oh papa, tan redonda como rica, así seas criolla, paramuna, chica, te sirvan frita, a la soté o en naco!”.

Ximénez.  Soneto con papidad

Creo  que no hay vida sin  papa. Hace poco escribí mi nota defendiendo al maíz, al agro, a nuestros campesinos y ahora porque toca también mis profundas y hermosas raíces boyacenses, quiero llamar la atención sobre este tubérculo mágico herencia de los incas y sus cultivadores en Colombia.

Día a día vemos cómo nuestros campesinos tienen que salir a protestar  abandonando sus parcelas, para exigir que el Gobierno les pare bolas y los ayude.

¿Por qué diablos tenemos que importar papa, cebolla, maíz, arroz y otros productos? ¿Por qué no incentivamos a nuestros agricultores para que no se salgan de sus terruños y se vayan a engrosar las filas de  desempleados en las ciudades? Démosles asistencia, educación, tecnología y salud y convirtámoslos en productores profesionales, sostenibles y rentables. Pero no lo hacemos, porque aquí prima el interés de unos comerciantes  y contrabandistas, que ven el negocio por encima de los intereses nacionales.

Considero injusto, que no se les dé el mismo trato que a otros productores agrícolas del país siendo la producción de papa, el eje principal de la economía en Boyacá, Nariño y Cundinamarca y no se les están otorgando las garantías e igualdad en precios e insumos.

Cerca de 90 mil familias dependen del cultivo de 180.000 hectáreas, que genera empleos aproximadamente en 19 millones de jornales al año y no tiene sentido que los colombianos coman papa de otros países.

Esta crisis sirvió para que todos nuestros congresistas encabezados por el senador Juan Córdoba, lograran sentarse con el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, para solucionar el problema.

El Gobierno, consciente de la  problemática que afrontan los papicultores, se comprometió a entregarles a los cultivadores $ 40 mil millones para respaldar las próximas 2 cosechas del tubérculo. Los campesinos recibirán un porcentaje de ese dinero por cada hectárea sembrada pero urge acabar el contrabando de la papa, que proviene principalmente de Ecuador y Perú.

Por la falta de estrategias agropecuarias de producción y comercialización, los últimos paros agrarios le han costado al Gobierno cerca de $ 1 billón, que de haberse invertido a tiempo, habrían evitado estas confrontaciones sociales. Y debe  anticiparse a los reclamos de los paneleros, cebolleros y  cacaoteros y ayudarlos a enfrentar los TLC con calidad y tecnología.

lorenarubianof@gmail.com