Preocupante, por decirlo menos, la situación que hoy se vive en las vías de las principales ciudades del país, especialmente en Bogotá, la urbe más interesada en posicionar la bicicleta como alternativa de transporte. Desafortunadamente la cantidad de accidentes que a diario se presentan obligan a una reflexión seria y profunda, porque la responsabilidad es de todos los actores de la vía -peatones, ciclistas y conductores de automotores- que alegan tener la razón sobre los diferentes problemas. Permítanme tocar aspectos puntuales pero claves en esta problemática, susceptibles de control.
Los conductores sostienen que el peatón no aporta una brizna de compromiso para su seguridad, mostrando un nivel de arrogancia y desafío ante quienes están al volante y sus vehículos. Sustentan lo dicho en que los semáforos no bien cambian la luz a su favor, cuando ya están invadiendo el espacio de los automotores, obligando a maniobras riesgosas de último momento. De otro lado, en las vías de alta velocidad, con separador central, centenares de ciudadanos se lo saltan, poniendo en peligro su vida y la operación vial. Además, la renuencia a utilizar los puentes peatonales es otra queja de operarios vehiculares.
En cuanto a peatones, su permanente falta de compromiso con las operaciones viales es evidente. El uso del celular en las calles se convirtió en un riesgo inminente y su afán por cruzar las vías, aún estando el semáforo en prevención, es palpable. Los cruces por lugares no permitidos se convirtieron en costumbre y desafiar a los conductores es otro de los malos hábitos ciudadanos.
Vamos a los ciclistas, para quienes las autoridades han construidos diferentes alternativas, facilitando su desplazamiento por ser una actividad ideal para descontaminar la ciudad y opción válida de movilidad con excelentes resultados. Desafortunadamente los usuarios de las bicicletas no entendieron su relación con el programa y decidieron tomarse no solo las ciclorrutas sino todas las calzadas de la malla vial, trayendo fatales resultados. Por lo tanto es necesario hacer un alto y retomar ciertos principios o recomendaciones en el actuar, buscando mejores resultados y evitar la disparada accidentalidad en la capital del país.
Los conductores, por su parte, deben tomar las precauciones del caso ante los peatones imprudentes y la presencia de ciclistas en la vía. Lo primero es el control de velocidad y, lo segundo, ceder el paso a los unos y otros. Es mejor esperar que enfrentar un accidente. Tampoco hay que olvidar aquella recomendación de guardar con los ciclistas una distancia de 1.50 metros. Nuestros peatones se deben obligar a utilizar los puentes respectivos y respetar las señales de tránsito. Los ciclistas, si moderan la velocidad, manejan con prudencia y observan los puntos ciegos del conductor, seguramente harán un gran aporte a la solución del problema.