En la primaria enseñan que Colombia es un país marítimo con dos océanos, el Atlántico y el Pacífico, pero en la realidad sus habitantes no lo somos, solamente el nueve por ciento de los bogotanos, es decir setecientos veinte mil de los ocho millones de capitalinos, ha visitado el mar. Los demás, apenas lo ven en la televisión o en el cine.
En referencia a las sentencias de la Corte de la Haya -la del 2007 que reconoce plenamente la soberanía de nuestro Estado sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y la del 2012 que desconoce el meridiano 82 como frontera marítima con Nicaragua- la mayoría de los colombianos ignora su contenido.
Por estos días, cuando el Tribunal celebró audiencias formulando a Nicaragua la pregunta de en qué fundamenta su solicitud de extensión de la plataforma continental a más de doscientas millas y a Colombia la de por qué considera injustificada e inaceptable esta pretensión con el argumento del mal trazado nica de las líneas de base, la ausencia de concepto de la Comisión Especial de la Organización de Naciones Unidas a la cual corresponde pronunciarse de acuerdo con la Convención del Mar no suscrita por Colombia y la tesis de que no pueden existir plataformas superpuestas, las noticias son vagas, la posición de nuestros agentes apenas se recoge en los medios de comunicación, a la Nación no llegan.
Al mencionar la posibilidad de reforma educativa, en ella y más allá resulta indispensable incluir la preparación, el desarrollo de un programa, a todos los niveles para confirmar la importancia del mar, de la ubicación geográfica de Colombia, punto vital en defensa de derechos, del cuidado ambiental, de la protección de especies, de reservas naturales, de coordinación de actividades con Estados vecinos, la conveniencia de acordar tratados bilaterales y multilaterales en beneficio no solamente de la región sino del mundo.
Miles de personas pueden vivir sin amor, ninguna sin agua, en un planeta donde los mares ocupan el setenta y cinco por ciento del planeta y se discute la adopción de nuevas fuentes de energía vinculadas al mar. Le asistía razón a quien dijo que el planeta Tierra debería llamarse Océano. Mal estaría que la Corte Internacional de Justicia creara más enredos, altere limites y expanda conflictos para agravar la situación de incertidumbre, de pugnacidad que afecta a la humanidad.
En la celebración de los sesenta años del programa de biología marina, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, con asistencia de egresados y estudiantes, de investigadores, de quienes adelantan el doctorado conjunto de varias universidades, desde Santa Marta los participantes hicieron hincapié en la urgencia de adelantar lo conducente al fortalecimiento de la conciencia ciudadana respecto del mar, a la iniciativa de adelantar un programa que refuerce los trabajos de la Armada Nacional, de las instituciones gubernamentales, aspiramos a que el año 2023 sea el del mar, a la finalización de tensiones, a la obstinación nica de parcelar el mar.