“Charles Aznavour permanecerá para siempre”
Los poetas no mueren. Por eso, a Charles Aznavour lo despedimos solo con un adiós corto, momentáneo. Su voz, ternura, fragilidad y emoción transitarán siempre en la memoria de los que compartimos su época y su música.
¿Cuántos de nosotros adoptamos sus versos, los convertimos en nuestros, en parte de nuestra vida? ¿Cuántos hicimos nuestra su sensibilidad, su pluma y su voz? Cada una de sus palabras nos pertenece, es parte de nuestro pasado, de los amores que vivimos, de las penas y reveses que sufrimos.
¿Cuántos despedimos a nuestra madre con su hermosa canción de despedida materna? Su voz acompañó mi adolescencia y la de muchos de los que hoy me leen; por eso hoy, oyendo su música, lo lloro. Me emociona el recuerdo de los vinos que compartí y los eventos que viví acompañada por sus canciones. Hoy despido a un amigo, porque estuvo presente en mi casa, en sus discos, con su voz, con su hermosa poesía.
Fue muy conmovedor ver el sentido homenaje que Francia le brindó a este hijo de inmigrantes armenios, que se convirtió en su más amado representante y le dio voz a los sentimientos de la Francia de los años posteriores a las dos guerras mundiales que sacudieron al planeta en la primera mitad del siglo XX.
¿Qué puede ser más francés que las baladas de Charles Aznavour? No en vano, su entierro fue más hermoso y más sentido que el de un hombre de Estado. Tras su féretro desfilaron el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y Brigitte, su señora, los más importantes personajes políticos y culturares de la nación gala y miles de personas que vivieron y amaron su música.
En París, ante una la explanada de Les Invalides, totalmente colmada de gente, Macron despidió al cantautor, con la frase: “En Francia los poetas nunca mueren”, recordando al poeta Guillaume Apollinaire y haciendo un homenaje al aporte de los hijos de los inmigrantes que honran a la tierra que los acoge. Presente también Nikol Pashinyan, Primer Ministro de Armenia, recordó a Aznavour como un héroe de su país por su contribución a la patria de sus padres.
Shahnour Varinag Aznavourian, nombre de pila de Charles Aznavour, nació en París el 22 mayo 1924. Sus padres emigraron a Francia huyendo de la masacre que ensangrentó al pueblo armenio al comienzo del siglo XX, durante el colapso del imperio otomano, y la Francia de la posguerra los acogió. Su padre era actor y su madre cantante. A los 9 años dejó la escuela y comenzó a cantar aquí y allá, para ayudar económicamente a sus padres. Sobrevivió la invasión nazi a París cantando en cabarés y componiendo canciones.
Durante su prolífera carrera, Aznavour grabó más de 1.200 canciones, vendió 180 millones de discos y actuó en 60 películas. En mi reciente visita a París, la ciudad estaba empapelada con carteles anunciando su próxima presentación. Sentí tristeza de no poder asistir. Jamás se llevó a cabo. Su deseo, así lo manifestó muchas veces, era morir cantando, en plena presentación, en algún escenario.
“Los poetas no mueren”, lo han dicho muchos y es cierto, el mundo entero los recuerda amorosamente. Su voz pasa de padres a hijos, de abuelos a nietos. Charles Aznavour permanecerá para siempre en el alma de su música pura magia poética.