Los reyes del mundo es una película estremecedora. Cinco amigos viajan de Medellín hasta Nechí, en el Bajo Cauca antioqueño, tras la promesa de recuperar las tierras despojadas a la abuela de uno de ellos. No poseen nada, solo se tienen a sí mismos. Su juventud, su amistad y la fuerza que da crecer en la calle, los impulsan durante el trayecto. Ra, el propietario de los predios restituidos, solo quiere para sus compañeros un lugar donde puedan vivir tranquilos y nadie los desprecie; pero las cosas no son tan fáciles.
Los reyes del mundo, ganadora de la Concha de Oro a la ‘Mejor película’ en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, nos conduce a las entrañas mismas de Colombia. En unas cuantas imágenes, la cinta expone el despojo de tierras, el desplazamiento forzado, los niños en la calle, la exclusión, el racismo, los grupos armados, la minería ilegal y el daño ambiental que causa. A la vez, muestra la restitución de tierras, la solidaridad y la esperanza de una vida mejor.
A pesar de las advertencias sobre los riesgos de su empeño, los protagonistas insistirán hasta las últimas consecuencias. Su gesta es un homenaje al coraje de intentar y de perseverar; a la capacidad de resistencia de este país donde todo, lo peor y lo mejor, puede ocurrir al mismo tiempo. La violencia, trasfondo e hilo conductor del relato, se ve permanentemente subvertida por el lazo inquebrantable que sostiene a los amigos y los mantiene juntos, aún en las peores circunstancias. No tienen nada, pero lo poco que tienen lo comparten todo; así como hacen tantos en Colombia para sobrevivir cada día.
El desamparo en el que han crecido los muchachos es el mismo de tantas comunidades abandonadas a su suerte y a merced de los grupos armados. Los esfuerzos del Estado, que también persevera en su empeño por estar y por actuar, resultan diminutos frente al poder aplastante de las organizaciones criminales. La restitución de tierras, el cumplimiento del primer punto del acuerdo de paz y la reforma agraria, anhelada por tantos durante tantos años, se convertirán en realidad el día en que se blinden con la legítima presencia institucional en los territorios más vulnerables. Mientras esto no ocurra, no pasarán de ser iniciativas bien intencionadas con pocos resultados y, sobre todo, una gran decepción. De eso se trata la conversación que nos propone Los reyes del mundo, también la tarea del gobierno y la asignatura pendiente del Estado.
En medio de la belleza desbordada y la exuberancia del paisaje, bellamente retratado en la fotografía de la película, transcurren dramas humanos que llevan al límite la noción de lo posible. Son tan difíciles de aceptar las cosas que ocurren, que uno duda si se trata de un mal sueño o de la realidad, como en la vida misma; por lo menos, como en esta vida que nos tocó a nosotros en Colombia. Vayan a ver la película, por favor, y súmense a esta conversación tan necesaria.
@tatianaduplat