LUIS ALFONSO HOYOS ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Viernes, 4 de Abril de 2014

Benkos Biohó

 

Solo  una minoría de compatriotas conoce la historia de Benkos Biohó. Muchos menos saben de su lucha y de su legado.
Quien no conoce la historia está condenado a repetirla o a sufrirla o a perder las lecciones derivadas.
Cuatro siglos después de su periplo vital, la historia se confunde con las leyendas y tradiciones orales, contradictorias en algunos casos. Apenas recientemente Cartagena instaló, por primera vez, una estatua en su homenaje.
Algunos investigadores, unos pocos aficionados e historiadores se han dado a la tarea de reconstruir su combativa lucha y a entender el significado de sus acciones y mensajes.
Después de ser asesinado el 16 de marzo de 1621 en Cartagena de Indias, su nombre trató de ser borrado por la corona española, espantada ante la rebeldía y grito de libertad que crecía con los palenques que llenaban de esperanza a los esclavizados.
Es nuestro empeño difundir y convertir en parte del patrimonio histórico colectivo de los colombianos los hechos protagonizados por Benkos y rescatar del olvido programado por los poderes de la época, sus poderosos mensajes.
Tres lecciones fundamentales, en mi sentir, nos iluminan desde la distancia de los siglos. Primera, que cada ser humano vale por existir y la libertad es de la esencia de cada uno: es la lección sobre la dignidad humana. Por eso su lucha frontal contra la esclavitud. La Matuna y hoy San Basilio de Palenque nos recuerdan ese anhelo. Segunda, que cada persona y cada pueblo tienen algo que aportar y debemos entender las diferencias: es la lección de tolerancia, respeto por los demás y capacidad de construcción colectiva en medio de la diversidad. Benkos, quien había sido traído como esclavo por comerciantes europeos de África a América, matizaba la tragedia explicando que otro pueblo negro africano lo había capturado y vendido a los mercaderes y que la conquista europea se había facilitado en estas tierras por los enfrentamientos y divisiones entre grupos aborígenes. Por eso su lucha contra las descalificaciones absolutas y generalizadas frente a otros pueblos y su capacidad de negociación con las autoridades coloniales. Tercera, que era posible construir una nueva sociedad armónica en estos lugares. Por eso su apuesta por     el canto, la música y los relatos como instrumentos de entendimiento e integración.
Tal vez la integración de la caja africana, el acordeón europeo y la guacharaca amerindia en el Vallenato actual sea un homenaje espontáneo de la historia a Biohó.
Guachené, San José de Uré, Tuchín y Norosí han sido los últimos cuatro municipios creados jurídicamente en Colombia. Tres de esos cuatro fueron palenques de libertad hace varios siglos y luego condenados al olvido. Allá se refugiaron los esclavos que escapaban de la ignominia y recuperaban la libertad, pero esos poblados permanecieron en el ostracismo hasta nuestros tiempos.
Que el "Rey del Arcabuco" sea un ejemplo para las generaciones de hoy, en quienes renace la esperanza de construir una sociedad fraterna y con equidad.
Twitter: @lhoyosa