MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Mayo de 2013

¿Va Venezuela hacia el paredón?

 

Después de la golpiza que recibieron los diputados de la oposición en la Asamblea Nacional de Venezuela, el martes 30 de abril, golpiza en la que no solo participaron los diputados del Gobierno de Maduro sino también, los guardaespaldas de estos, nos debemos preguntar seriamente hasta dónde llegará la represión contra la oposición venezolana.

Les aseguró que no es exagerado pensar que Maduro y Diosdado llegarán hasta donde sea necesario, aun hasta crear “tribunales revolucionarios” y un “paredón”, como lo hizo Fidel Castro al comienzo de su revolución. Finalmente, Maduro es un títere de los Castro. Una herencia del fanatismo de Chávez por esa revolución, la cual siempre fue su modelo.

Para los que no se acuerden, Fidel Castro y su combo, entre ellos el actual presidente de Cuba, su hermano el general Raúl, y el Che Gevara, crearon, no solo la aberrante y temida cárcel de La Cabaña, sino también un “paredón” donde fusilaron a todos aquellos opositores del régimen castrista y  su revolución. Por allí pasaron no solo los supuestos enemigos de la revolución, sino también amigos inconvenientes. Incluso algunos, que habían luchado en la Sierra Madre junto a Fidel y que veían cómo la idea de la revolución se transformaba rápidamente en una dictadura represiva.

Esto es común en regímenes no democráticos, como en el que se está transformando rápidamente el venezolano. Recordemos los Gulag creados por Stalin para acabar con sus opositores, aproximadamente veinte millones de personas murieron en ellos, y las purgas dirigidas por la mujer de Mao, cuyas cifras de asesinatos son superiores a la era estalinista.

No, no exagero. Así comienzan las cosas. La historia es prueba de ello. Primero se crea un ambiente de insultos, como el iniciado por Chávez. Donde los opositores son “gusanos”. Este lenguaje se afina  y hoy, después de unas dudosas elecciones, cuando la legitimidad del Gobierno está en entredicho, por decirlo de una manera suave, la agresividad y la represión son ya indetenibles. Los opositores son “asesinos”,” fascistas” y cuantos  insultos se les puedan hacer. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, les prohíbe hablar en la Asamblea, les retira los micrófonos, les congela los sueldos, los amenaza y, no contento con ello, permite el atropello que presenciamos el 30 de abril. El resultado, 11 heridos, todos de la bancada de oposición. Uno de ellos una mujer, la parlamentaria Corina Machado, a quien tuvieron que intervenir quirúrgicamente para arreglarle tres fracturas en el rostro. El Gobierno encarcela al general retirado Antonio Rivero, otro opositor, por supuesta incitación a la violencia. Se investiga y amenaza a los empleados públicos bajo sospecha de haber votado contra Maduro. Se persigue a la poca prensa que no se silencia y delata los abusos del régimen.

No, no es exageración. Así empiezan las cosas. Y mientras tanto, las democracias latinoamericanas, inclusive la colombiana, cobardemente callan. Igual hacen los partidos políticos. Qué vergüenza, el silencio del Partido Conservador Colombiano. ¡Tanta cobardía nos va a pesar!