Deuda histórica con Palestina
El mundo tiene una deuda histórica con los palestinos. Nadie, absolutamente nadie, puede negarlo, menos aún el pueblo de Israel. Los judíos, más que nadie, saben de la tragedia de no tener una tierra que se llame propia, de no tener una nacionalidad, un pasaporte, leyes de su propio albedrío y, sobre todo, de un lugar que se llame Patria.
El reconocimiento de un Estado palestino no debe ser una posición de izquierda o de derecha, como se pretende. Tampoco debe ser una posición que divida al mundo entre los amigos y opositores de Estados Unidos, ni entre amigos o enemigos de Israel. Muchos amigos del pueblo israelita creemos también en el derecho de los palestinos a tener un Estado soberano.
Barack Obama ha mostrado, en este tema, una enorme falta de visión. Lamentablemente, con su actitud confirma que su prematuro Premio Nobel de la Paz fue exactamente eso, prematuro.
Más acertada ha sido la propuesta que presentó Nicolás Sarkozy a la Asamblea General de la ONU, de que Palestina reciba un estatuto intermedio como Estado observador en Naciones Unidas (como son el Vaticano y Taiwán), lo que le dará, por el momento, muchos derechos como nación, por ejemplo: presentar demandas ante la Corte Penal Internacional. Esto, acompañado de un calendario de negociaciones que lleven a un acuerdo de paz en el 2012, entre Israel y Palestina.
Colombia y México, únicos países latinoamericanos que votaron con EE.UU. en contra del reconocimiento de un Estado palestino, solicitado en la ONU por el Presidente de la Autoridad Palestina, deben reconsiderar su posición y aceptar la sensata propuesta de Sarkozy.
No quiero pensar que el presidente Juan Manuel Santos haya negociado el voto de Colombia a cambio de una aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Este famoso Tratado que ha sido ofrecido, por años, como una zanahoria a nuestro Gobierno, ya nos ha costado muchas humillaciones.
No se pueden negar los crímenes y el terrorismo cometidos, tanto por los palestinos como por los israelitas, en aras de este conflicto. Tanto los unos como los otros se han excedido en su violencia. Tampoco se puede negar que las conversaciones y negociaciones de paz entre las dos naciones, con la intervención de muchas otras, las cuales tantas veces pensamos llegarían a un exitoso término, han sido un fracaso.
Ya es hora de que la ONU demuestre que tiene valor en la solución del conflicto. Obama dice: “La paz no se alcanza con declaraciones y resoluciones en la ONU”. Entonces yo pregunto ¿para qué sirve la ONU?
La paz en el Medio Oriente, tan importante para la paz del mundo, depende de que los Estados de Israel y Palestina se reconozcan y respeten mutuamente y, a su vez, sea reconocido por la totalidad de las naciones.
No darle a Palestina un reconocimiento en la ONU, así sea, para comenzar, como Estado observador solo inflamará la violencia entre los dos países comprometidos y los demás de la región.