Causó preocupación que la presencia en Colombia, a instancias del presidente Petro, de la gurú del pensamiento socioeconómico del progresismo, Mariana Mazzucato, no haya merecido la atención del gobierno y la difusión en los medios de sus postulados destinados a renovar las tesis y el compendio doctrinario de una izquierda aún anclada en concepciones desuetas que fracasaron estruendosa y dolorosamente en el pasado reciente.
No quiso Petro, dedicado a la repetición de un breviario abandonado, dar curso a unas tesis que se fundamentan en que una narrativa que no genera crecimiento está condenada a fracasar, y difícilmente servirá para mantener en el poder a quien así lo pretenda. Aboga la profesora Mazzucato por unas tesis que deben incomodar a nuestro presidente y a sus altos funcionarios. Sostener que la creación de la riqueza debe pensarse correctamente y conseguirse con postulados que superen a los que se reducen a la bandera demagógica de ayuda a los pobres, pugna con los repetitivos mensajes de un gobierno en apuros.
Para Mariana Mazzucato, Estado y Sector Privado deben cooperar y trabajar juntos para la creación de riqueza, porque sin recursos resulta imposible alcanzar las metas sociales que se ambicionan. Y ello requiere capacidad de gestión, que no se construye ni se consigue con enarbolar banderas populistas que siempre resultan en la antítesis de una gobernabilidad eficiente y exitosa. Exige cuadros con experiencia en el sector público que no se pueden desdeñar por el solo hecho de no ser apóstoles de un esquema ideológico trasnochado y siempre fracasado. Su decisión de prescindir de ministros con experiencia en los sectores que se les confiaron, ha debido servir de lección en vez de aumentar la cuota de los incondicionales aptos solo para difundir los repetitivos discursos de un presidente a la deriva que ya ni siquiera concita atención a sus principales propuestas.
Sus tesis del apocalipsis ambiental y de la transición ecológica, no han consistido sino en deshilvanados llamamientos a una catástrofe que parece ambicionar antes que evitar, que le permiten entretener auditorios proclives a escucharlos y que de milenio en milenio predicen el fin del mundo.
No alcanza Petro a convencerse que una agenda que no genere crecimiento solo encontrará reacciones que la harán incapaz de concitar los apoyos requeridos para dejar de ser simplemente una ilusión. Eso hará muy difícil mantenerse en el poder y constriñe al gobernante a permanecer atado a un populismo improductivo que solo beneficia a los que se lucran por pertenecer a la elite burocrática, como siempre ocurrió en los países de la cortina de hierro en el siglo pasado y acontece hoy en Cuba, Venezuela y Nicaragua en nuestro continente.
En el gobierno parece que los ministros no saben trabajar ni individualmente ni juntos. Esa ineficacia los reduce a la formulación de despropósitos, como los del ministro de salud, que se extienden a todo el gabinete, con un presidente ausente en su coordinación y que se deleita en hablar consigo mismo.
Es improbable que Mariana Mazzucato regrese al país con un gobierno que se hunde sin haber siquiera prendido las luces que lo podían guiar.