MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Junio de 2014

El quid de la guerra

 

Resuelto  el asunto electoral, la pugna decrece. Sobreviene una tregua que dura, según los estudiosos de conflictos, unos cien días. Pero no desaparece. Continúa de otras formas. Colombia con sus dolores de crecimiento, de ingreso masivo de dólares, y competencia enorme del sector financiero que mueve capitales ligados a hidrocarburos y minería, está pujante. Y se nota. Pero  esa liquidez momentánea y bienvenida no genera por sí misma riqueza representada en los sectores esenciales de la industria y el agro. Los verdaderos motores sobrevivientes cuando la minería se agota. Esa ola de ingresos puede ser tan nociva como darle a un adolescente compulsivo, una tarjeta de crédito sin límites. De hecho ya los economistas que nadie escucha entre los insultos pre-electorales, hablan del déficit fiscal.

Si no se encauza con una visión de Estado el capitalismo así sea de una forma mínima, como lo propone el aún vigente Keynes, el diagnóstico de Marx comienza a operar. El capital se concentra, genera exclusiones, y los conflictos se agudizan. Aquí ese diagnóstico se agrava y a la vez se mitiga con el lavado de dinero fruto de la adicción norteña por la cocaína. Y como hace parte de una economía necesaria para hacer tolerable la vida a los 40 millones de consumidores de ese excelso modelo de sociedad, el problema irresuelto allá, se traslada acá.

Aquí ese lavado incide en todo, desde el avituallamiento de paramilitares y guerrillas que genera intereses para que la paz no se logre, hasta le depreciación del dólar. Lo que perjudica a los sectores productivos exportadores. Así perdura el conflicto interior que no es sostenido como dicen reaccionarios de visión anacrónica por el comunismo ni el castro-chavismo, cocos de la guerra fría, sino por la muy seria y opulenta adicción actual de EE.UU. Pero como aquí no osan llamar a las cosas por su nombre, prefieren revivir cadáveres para asustar. Y la extrema derecha llama comunista a  la derecha moderada. Descalificativo que como toda exageración resulta insignificante.

 Mientras la guerrilla colombiana estuvo sostenida por Cuba, China y la URSS se pudo controlar. Pero aprovisionada, financiada, sostenida con la tecnología de esa gran potencia, se hace algo más difícil… Los adictos opulentos necesitan un proveedor de su vicio aunque luego lo maltraten. Y ellos también por facilismo no encaran el asunto y optan como solución ¡Bombardear las selvas! Allá y acá la lucidez está al mando. El conflicto interior colombiano que algunos pretenden negar existe simétrico con la adicción masiva estadunidense con la guerra en Vietnam en los años sesenta. EE.UU. consume la mitad de los estupefacientes que produce el mundo y luego traslada ese conflicto íntimo. Esa verdadera guerra irresuelta allá no se ha podido ganar en Colombia justamente porque ellos la evaden y la exportan en su aspecto violento y represivo a otros países como nosotros. Ese es el quid de la guerra.