Mejores prácticas para el trabajo remoto | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Enero de 2023

Prácticamente de un día para el otro, se pasó de la oficina al trabajo remoto. Con el paso del tiempo, comenzó un proceso ya más alejado de la urgencia y más cercano a lo estratégico, que tiene como principal objetivo establecer modelos de trabajo híbridos que ponen en el centro el bienestar de los colaboradores y, en simultáneo, se alinean con las necesidades de la organización.

¿Podemos hablar de “mejores prácticas” en términos de trabajo remoto e híbrido? Las buenas prácticas de trabajo remoto existen desde hace un tiempo. Pero para la explosión de trabajo remoto e híbrido que experimentamos hay algunas tendencias muy fuertes, como éstas:

1. La flexibilidad es la nueva reina. La flexibilidad gana un rol central y produce beneficios en todas las direcciones. Para el talento, implica desarrollar su trabajo de acuerdo a sus necesidades, sus gustos y sus comportamientos, buscando un mayor equilibrio entre su vida personal y su vida profesional. Para la organización es incrementar el atractivo de la marca empleadora: es una de las cualidades que los candidatos buscan a la hora de elegir un nuevo lugar de trabajo. Aquellas organizaciones que por la característica de su negocio necesite mantener cierto nivel de presencialidad de sus colaboradores, deberán encontrar formatos que les resulten atractivos.

2. Adiós a los escritorios. Hoy ya no hace falta el cubículo con la computadora para que cada colaborador pueda trabajar medianamente aislado. Por el contrario: hoy eso está disponible en la casa de cada uno de ellos. En la oficina, lo importante es que haya espacios de encuentro, de conversación, en los que el equipo pueda juntarse e idear de manera colaborativa.

3. La importancia de los puntos de equilibrio. El principal dolor del trabajo remoto continúa siendo el inmanejable volumen de reuniones. En la presencialidad, lo común era que se reunieran unas pocas personas y que luego comunicarán los resultados al resto del equipo. Hoy, todos los integrantes de la cadena participan de todas las reuniones y muchas personas arrancan con la primera videollamada a las 9 y terminan con la última a las 6 de la tarde. En realidad, esta sobreestimulación y esta recarga de información viene a reemplazar la dinámica de los encuentros físicos en la oficina.

4. Un nuevo paradigma de liderazgo. Hoy el líder para estar al tanto de lo que ocurre debe ser creativo, propiciar las conexiones y establecer espacios ad hoc de encuentro con el equipo. Estos tiempos requieren liderazgos más presentes y centrados en las personas, que establezcan reuniones frecuentes con cada colaborador y que dediquen un momento de esos encuentros para la empatía y la escucha activa.

5. La autonomía como un valor agregado. En tiempos de transformación acelerada, el tratamiento jerárquico de los temas no resulta ágil ni efectivo. Son necesarios mayores niveles de delegación y confianza, para que la resolución de problemas se logre en múltiples niveles y que el colaborador que está más cerca del cliente sea quien pueda dar la respuesta más apropiada en el menor tiempo posible.

6. Crear nuevos espacios como símbolo para la cultura organizacional. La oficina ya no es más ese espacio al que llegaban los profesionales para conocer la compañía y “tentarse”. Hoy la esencia de la organización se exhibe desde las redes y la virtualidad. Pero el desafío no está (solo) en armar redes atractivas, sino en lograr que los propios colaboradores sean los embajadores de la marca. En simultáneo, ganan cada vez más importancia las actividades sociales extralaborales.

Los desafíos están planteados. Tenemos por delante un pincel y un lienzo en blanco para comenzar a dar forma a las mejores prácticas para este nuevo mundo de trabajo híbrido.

*Directora de Recursos Humanos de Making Sense.