Comencemos por dejar una constancia: sin la Organización de las Naciones Unidas, ONU, el mundo correría muchos más riesgos. Por estas calendas la organización está celebrando sus setenta y cinco años de existencia, en medio de un escenario cada vez más polarizado y convulsionado. Nosotros tuvimos el honor de servir como delegados colombianos en la Misión de nuestro país, en Nueva York. Fue, indudablemente, una experiencia singular y una manera privilegiada de seguir de cerca la política contemporánea.
Comencemos por confesar que no éramos diplomáticos de carrera, entre otras razones porque en esa época no existía la carrera como tal. Formamos parte de la Comisión Política Especial y desempeñamos la presidencia del organismo en representación de América Latina, durante el verano del 83. El canciller de la época, Diego Uribe Vargas, nos encargó de la defensa de los derechos e intereses del país en la órbita geoestacionaria, un recurso espacial de singular valor por su estratégica posición sobre el ecuador terrestre. También fuimos miembros del Comité Mundial de la Información y conocimos los inicios del Nuevo Orden de las Comunicaciones.
Todos los años, hacia el mes de septiembre se inauguraban las Asambleas Generales y allí concluían grandes colombianos designados para reforzar nuestra misión de planta. Durante nuestra estadía servimos a órdenes de ilustres compatriotas como Indalecio Liévano, Carlos Sanz de Santamaría, Enrique Peñalosa Camargo y Carlos Albán Holguín.
En el Movimiento de No Alineación, NOAL, que se proclamaba independiente de Washington y de Moscú, conocimos bajo la batuta de Rodrigo LLoreda el auge de los países emergentes del Asia y África y el protagonismo de Brasil y Cuba en el recinto del Palacio de Cristal. No sacábamos todo el provecho posible porque, infortunadamente, nuestra política exterior era reactiva y no proactiva y, además, tímida. Sin embargo constatamos, el respeto que nuestros aliados tradicionales tenían por nuestra historia democrática.
Es un hecho que Naciones Unidas ha tenido fracasos sonoros en su búsqueda de la paz, pero también es cierto que sin este concierto de países nuestro mundo sería mucho más inseguro e impredecible. Debemos pues festejar este aniversario como una oportunidad para enaltecer a tantos buenos colombianos que han enaltecido todos estos años el protagonismo nacional fuera de nuestras fronteras.
***
Es deplorable el bajo nivel al que ha llegado la política de los Estados Unidos con la participación de personajes de la calaña de Donald Trump. Nos encontramos a menos de treinta días de las elecciones presidenciales en ese país y es curioso que, a pesar de todas sus metidas de pata y sus desplantes a que nos tiene acostumbrado, el actual mandatario aspira con posibilidades reales a ser reelegido en su cargo. Y como si fuera poco es un fuerte candidato al Nobel de Paz, por su intermediación en los acuerdos entre Israel y los países árabes.
Fue un verdadero milagro que su infortunado rival, el demócrata Joe Biden, lograra sobrevivir a sus constantes desplantes, en el primer debate televisivo que sostuvieron con miras a los comicios de noviembre.
Adenda
Sin embargo es muy evidente la degradación del ejercicio de la política si comparamos el debate
Trump-Biden con ese memorable primer debate televisivo entre Kennedy y Nixon. Eran, indudablemente, otros tiempos y otros líderes.