Hay que tener coraje y mucha convicción para enfrentar la desigualdad a la que siempre han sido sometidas las mujeres en Colombia; probablemente más si se trata del deporte. Hay que desarrollar un fuerte sentido de grupo para abrazarse y aguantar, juntas, la discriminación, los prejuicios, los maltratos, el acoso en todas sus formas y la falta de apoyo gremial e institucional. De corazón valiente, son las mujeres de la selección colombiana de fútbol; la que a mí me representa y de la que me siento orgullosa.
Las futbolistas, y a través de ellas todas las deportistas, encarnan la lucha que libran cotidianamente millones de mujeres en este país. Con disciplina, casi espartana, se han levantado todos los días, durante años, a entrenar, a estudiar, a trabajar y a cuidar de otros. Y así, a punta de empeño, es que han ido abriendo los caminos, aún a pesar de que la cancha de las oportunidades está desnivelada y todo juega en su contra.
Así mismo, con absoluta entrega por su causa, fue que hace 22 años María Isabel Urrutia ganó la primera medalla de oro para Colombia en unos juegos olímpicos; y así es que acaba de llegar a orientar la política pública como ministra del deporte. Siendo alguien que ha levantado mucho peso en su vida, encontrará cómo aligerar la carga que soportan otras mujeres empecinadas en soñar. Oportunidad es la palabra clave, ella lo sabe bien, pues en eso consiste el pacto por el deporte que le ha propuesto al presidente Petro.
A estas alturas, la lista de mujeres campeonas ya es tan larga, que solo unos cuantos nombres agotarían estas líneas. La senda que María Luisa, Ximena, Fabiola, la Chechi, Luz Mery, Norfalia, Yuri, Jackeline, Mariana, Sofía y Caterine abrieron, por nombrar solo algunas, hizo posible consolidar el alto rendimiento en una variedad enorme de disciplinas. Su esfuerzo, también, allanó el camino para que las niñas de este país, en todas las condiciones y situaciones, reconocieran en la práctica deportiva un estilo de vida que históricamente les había sido negado.
Más allá de las marcas, las medallas, los goles y las copas, que nos han dado tanta alegría, ayudar a mejorar la salud y la calidad de vida de las mujeres ha sido el gran legado de las estrellas femeninas del deporte en Colombia. La fórmula, que ya ha sido probada en muchas otras partes del mundo, es infalible; entre más grande sea la base social que practica una disciplina, mejores serán los resultados del nivel competitivo. Solo así, garantizando el acceso de todas, será posible disfrutar de más triunfos como los que nos han brindado en los últimos días Camila Osorio, la increíble selección femenina de voleibol y, por supuesto, la de fútbol.
Esta, la de las mujeres que no se resignan a la inequidad y que han decidido tomar en sus manos el control absoluto de sus vidas, es mi selección; la que a mí me representa y de la que me siento orgullosa.
@tatianaduplat