No hemos aprendido a evitar tragedias, muchas catástrofes naturales se deben a la imprevisión, producidas su manejo deja que desear. En 1985, no se tuvieron en cuenta las alarmas en Armero, todavía carecemos de información sobre muertos, -más de veinticinco mil compatriotas perecieron-, los damnificados fueron doscientos mil, el área es camposanto, allí reposa Omayra.
El Estado sostiene que no se dieron niños en adopción, eso es inexacto, menores fueron robados, la Fundación “Armando Armero” tiene datos concluyentes, durante treinta y dos años madres han trabajado para recuperar a sus hijos, tal el caso de mi odontóloga, Claudia Ramírez, quien perdió a sus familiares más cercanos y a su pequeño que se encontraba con ellos, está convencida de su supervivencia, lo identificó en un video, rememora el desorden, los recursos se encauzaron mal, documentos se traspapelaron. Advierte: “La tragedia puede repetirse” Me impresiona el comentario sobre la desaparición de niños en Mocoa, une pasado y presente.
Es cierto que los presidentes de la República viajan a los lugares de desastre, que Colombia tiene una Oficina de Prevención de los mismos, que las Fuerzas Armadas, la Cruz Roja, los Ministerios, las Gobernaciones, las Alcaldías, la Iglesia, organizaciones de buena voluntad, numerosas instituciones, colaboran cuando sobreviene la desgracia, del exterior vienen ayudas, se levantan carpas, se envían medicamentos, colchones y ropa, se distribuye agua, pero en acciones descoordinadas.
Construyen donde no deben, el recalentamiento global influye, la tala de árboles y destrucción del bosque tropical crece, la minería ilegal afecta el medio ambiente, la siembra de coca influye para el deterioro de los ríos que cambian de fondo y de curso, los derrumbes en las carreteras proliferan, acciones terroristas dejan huella, todo no es evitable pero podemos hacer más, en las ciudades los simulacros de terremoto tampoco coinciden con aquello que sucedería en el caso de un sismo.
Lo de Mocoa, el esfuerzo para paliar deslizamientos en Manizales, crecidas de arroyos en Barranquilla, muestran que continuamos lejos de obtener mejores resultados y no somos capaces de impedir el pillaje.
América Latina y el Caribe es región del planeta donde abundan catástrofes naturales, tornados y ciclones golpean extensas zonas de los Estados Unidos y del continente, sus pobladores les hacen frente en procura de obtener la recuperación de los daños ocasionados, estas organizaciones suministran indicaciones acerca de la manera de proceder, ¡oigámoslas!. Entre nosotros existen sociólogos, sicólogos, profesionales especializados en el tratamiento de problemas relacionados con las catástrofes. Las autoridades requieren precisar y archivar información conforme a parámetros definidos no aplicados aquí, conviene escuchar a conocedores del tema y aprender.