Es entendible el fatalismo de estos días. ¡Créanme que lo entiendo! Para nada es fácil mantener la cordura sabiendo que nuestro futuro y el de sus hijos puede depender de un exguerrillero y mitómano profesional como Petro o, incluso, recaer en un populista y cuestionable personaje como Rodolfo Hernández. Es que, ¡carajo! menos mal no hemos perdido del todo la cabeza y de milagro no hay escasez de Lomotil y Gaviscon en las farmacias.
Sin embargo, creo que debemos sincerarnos. El principal responsable de que estos psicópatas nos tengan contra las cuerdas y pasando aceite, es el presidente Iván Duque. Saldrán muchos fanáticos furiosos y otros lagartos electos defendiendo a su principal benefactor, pero la realidad es una y se debe aceptar: este gobierno ha sido flojo, ¡muy flojo!
Se podrá argumentar cuanto se desee en contra de lo que acabo de plantear y excusar a esta administración con el tema del covid-19, la crisis del aislamiento y la difícil, pero más que anunciada oposición de Petro. No obstante, ese cambio de 360 grados que se prometió en campaña hacia la seguridad, el desarrollo económico, la austeridad estatal y la recuperación de la dignidad nacional y, en especial, de las víctimas frente a los asesinos de las Farc, no se dio.
Duque, con el tiempo, se convirtió en digno hijo del partido Liberal. Su mayor logro al inicio del gobierno fue suspenderles la ‘mermelada’ a los congresistas. Pero al darse cuenta de la realidad legislativa y con poco valor para buscar otro camino que permitiera maniobrar en el Congreso, decidió volver a esta jugosa práctica de la ‘mermelada’ (la cual era administrada y de autoría de Juan Carlos Echeverry en el gobierno Santos) y repartir los ministerios. ¡Revivió al establecimiento! Esta decisión facilista y nada ‘tecnocrática’ puso los clavos en su propio ataúd y devolvió al Estado, a pesar de las calamidades biológicas, al mismo status quo de siempre.
Con razón el pueblo colombiano está mamado. Si el establecimiento no ofrece un cambio, claro que el progresismo gana. ¡Ejemplos sobran! Como dice la canción de diciembre “así empezaron papá y mamá”, o como creen que se dio el desastre de Venezuela con Chávez y Maduro, el circo de Perú con Castillo, el desangre económico de Argentina con Kirchner, la cárcel que es Cuba con los Castro, la corrupción de Nicaragua con Ortega y la edad de piedra en la que continúa viviendo Bolivia gracias a Evo Morales.
No obstante, y aunque nos duela, lo de Duque como lo de Santos es leche derramada. Hay que aceptar el pasado, analizar el presente y visualizar el futuro. Aunque la administración Duque no haya sido de nuestro agrado, la solución no es tirar el país por el barranco socialista o populista a ver si vuela. ¡No nos dejemos quitar la libertad!
¡No nos dejemos quitar la empresa privada! ¡No nos dejemos quitar la prensa! Por favor, ¡no nos dejemos quitar Colombia!