Las últimas elecciones colombianas demostraron fehacientemente que ya ni los partidos políticos tradicionales, ni los llamados jefes naturales, tienen arraigo en las urnas. La mayor demostración de esta nueva realidad es la elección como Alcaldesa Mayor de Bogotá, de Claudia López, quien a pesar de no contar con una maquinaria electoral significativa se proclamó sucesora de Enrique Peñalosa y se colocó en una posición envidiable como futura aspirante a la Primera Magistratura.
Lo hizo derrotando varios tabúes. El primero: su condición de mujer. El segundo: su carácter o mejor su mal carácter y lo tercero: su pertenencia a la corriente LGTB. Se impuso por su evidente inteligencia, su preparación y su conocimiento de los problemas capitalinos.
Pero, desde luego, por su muy visible compromiso en la lucha anticorrupción. Lástima grande que Carlos Fernando Galán, no pudo coronar sus aspiraciones, pero seguramente sabrá brillar con luz propia para sacar adelante un movimiento político con muchas posibilidades hacia el futuro. Algo similar podríamos decir con otros dos jóvenes descubrimientos: Miguel Uribe Turbay y Daniel Quintero, el nuevo alcalde de Medellín.
Como balance positivo podríamos señalar que el petrismo, aunque seguirá haciendo ruido, frenó en seco sus posibilidades por diversas razones no todas políticas. Por el contrario las coaliciones fueron las más favorecidas si bien en ellas van a primar los intereses regionales también jugarán los personales de quienes las integran.
Lo destacable del evento es que tanto las campañas como los comicios se realizaron sin menoscabo del orden público, a pesar de que el proceso tuvo antecedentes violentos.
Se ha abierto un gran debate sobre el protagonismo del presidente Duque y del expresidente Uribe. Sobre quién manda a quién y quién manda en qué. Lo cierto es que el partido Centro Democrático es el partido de gobierno. ¿Pero de cuál gobierno? No son pocos los que creen que ni Duque se ha afianzado en el ejecutivo y que Uribe tampoco ha podido hacerlo en el legislativo.
El trámite y aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, va a ser la prueba de fuego ¿Hasta dónde y a quién obedecen los parlamentarios de "mano firme y corazón grande"?. Por ahora impera la calma chicha.
Aunque todos niegan que los motive "la mermelada", también todos se preguntan cómo podrá seguir gobernando Duque y cómo continuará comportándose el expresidente Uribe.
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En el entreacto, nosotros seguiremos preocupados por la suerte del conservatismo. No vemos por ahora cómo encarará la próxima legislatura y cómo buscará apuntalarse en el gobierno Duque. Por lo pronto tiene que buscar la manera - a través del expresidente Pastrana- de sopesar una candidatura del talante de Luis Alberto Moreno.
Ya lo hemos dicho antes que no hay nadie ni a la izquierda ni a la derecha, que tenga la experiencia, el conocimiento y las ganas del actual presidente del BID, para ser el próximo inquilino de la Casa de Nariño. También hemos dicho que Martha Lucía tiene los méritos para llegar pero todavía el país podría no estar listo para ser gobernado por una mujer.
Adenda
El peronismo está demostrando que es un mal que dura casi cien años y que Argentina es un país que puede resistirlo