En un acto de rebeldía frente a las constantes amenazas de Gustavo Petro contra Antioquia, el departamento se ha unido para decirle que no está dispuesto a negociar las aspiraciones de progreso y libertad de su gente ante el resentimiento caprichoso de un gobernante.
Petro, que jamás ha sido santo de devoción de los antioqueños, no titubeó en cobrarle al departamento que aporta el 15,1% del PIB del país, su lánguido apoyo. Alardeando su díscolo liderazgo, el hijo de Ciénaga de Oro les comunicó a los antioqueños que no se honrarían las vigencias futuras comprometidas para los proyectos de infraestructura que estaban ejecutándose en el departamento, por no considerarse prioritarios para el gobierno nacional.
Tal arbitrariedad deliberada, supondría dos cosas fundamentales para Antioquia: Por un lado, que el contrato de obra pública del Túnel del Toyo, el más largo de América con 9,730 km de longitud, que conecta al departamento con el mar y que quedará terminado en cinco meses por la gobernación de Antioquia no podría utilizarse, pues el Invías no terminaría la vía de acceso que le corresponde al Gobierno Nacional. Por el otro, que la concesión Pacífico 1, que atraviesa el suroeste antioqueño conectando al departamento con el sur del país, con financiación garantizada y prácticamente finalizada, quedaría a la deriva ante la negativa del gobierno nacional de disponer los recursos para completar cuatro obras faltantes en el tramo Caldas/Bolombolo, que no quedaron incluidas en las concesiones y que permitirían a la red de autopistas, conectarse y operar.
Pues a los paisas que no nos amilanó Pablo Escobar, ni el doloroso y sanguinario paso del narcotráfico, ni las peores épocas de la guerrilla, menos lo iba a hacer el revanchismo petrista. Así, hace unos días, el expresidente Álvaro Uribe lanzó la propuesta de destrabar dichas obras claves para el departamento con el respaldo de la ciudadanía, invitando a que un millón de antioqueños, donáramos de a un millón para reunir un billón de pesos y con eso terminar los tramos tan importantes para el desarrollo de Antioquia y del país. Acto seguido, el gobernador del departamento Andrés Julián Rendón activó la campaña de la “Vaca por las vías: desde Antioquia por Colombia”. En esta ‘vaca’ cualquier ciudadano puede donar desde 10 mil pesos con destinación específica. En solo 48 horas los antioqueños, haciendo honor a aquello del empuje de la raza paisa, ya habíamos recogido 1.270 millones de pesos.
La reacción de Petro dio fe de su mencionado revanchismo: Las miles de donaciones y la desbordada acogida ciudadana de la propuesta, llevaron al presidente a dos salidas en falso. En una, amenazó al Gobernador insinuando que incurría en conducta delictiva al confundir la captación masiva -que supone préstamo- con la donación. En la otra, se enfocó en una donación por 10 millones de pesos proveniente, supuestamente, del Clan del Golfo. Con esta excusa Petro, a quien paradójicamente Iván Mordisco le recordó hace unos días el apoyo de las disidencias de la Farc en campaña, solicitó en un trino “suspender la vaca innecesaria para las vías dado que puede ser infiltrada por dineros sucios del narcotráfico incorporados a las donaciones”.
Subestima el presidente a los antioqueños al pretender enmascarar tras un ataque repentino de ética, sus antidemocráticas intenciones. Citando textualmente las palabras del gobernador de Antioquia, “Presidente Petro, la ‘vaca’ es un símbolo de solidaridad, de civismo, de fuerza del pueblo antioqueño y colombiano. Bien le haría al Gobierno Nacional escuchar estas voces”. Si Petro o cualquier otro funcionario público tiene noticia de alguna donación que provenga de recursos ilícitos, debe actuar como lo ordena el código penal y formular la denuncia correspondiente para que la Fiscalía investigue y, surtido el debido proceso, un juez decida si decreta la extinción de dominio de esa cuota específica. Lo dicho no vicia bajo ninguna circunstancia el resto de la donación.
No le queda bien al presidente -que además en 2015, siendo alcalde, había reglamentado una vaca para el aporte voluntario de recursos para proyectos en Bogotá-, poner en tela de juicio un acto de generosidad voluntario de los antioqueños, ni desconocer, sin sustento jurídico alguno, la legalidad de los aportes de miles de connacionales que contribuimos de buena fe y con el fruto del trabajo, esfuerzo y hasta sacrificio.
Que recuerde el presidente que los paisas ya lo conocemos y, parafraseando el escolio de Don Nicolás Gómez Dávila, ya sabemos que a él “No le basta que respetemos lo que quiere hacer con su vida, sino que exige además que respetemos lo que quiere hacer con la nuestra”. Eso no lo vamos a permitir, pues si algo valoramos en Antioquia, como lo reza la primera estrofa de nuestro himno, es la Libertad que perfuma las montañas.
“Si Antioquia resiste, Colombia se salva”.