El nuevo gobierno de Petro prácticamente no tendrá oposición. Me refiero a oposición parlamentaria, porque creo que los 10 millones de colombianos que votamos contra Petro, sus propuestas, su estilo, sus odios y sus aliados, estaremos vigilantes como ciudadanos a lo que ocurra, derecho que nos da la ley; así los congresistas que nos representan hayan colgado la toalla antes de que empezar el combate.
Como sabemos, Gustavo Petro, con un astuto “canto de sirena” y; con seguridad, con abundante mermelada, logró crear en pocos días una aplanadora política en el Congreso, para que, al estilo del fast track del gobierno de Juan Manuel Santos, sus proyectos sean aprobados sin mucho análisis ni detallado estudio.
Hoy, a los parlamentarios de su partido se han unido los verdes, los fajardistas, los liberales de todas las corrientes, su contrincante Rodolfo Hernández, quien ya le pidió “perdón” por haberlo ofendido durante la campaña presidencia ¡Valiente show tan absurdo! Inclusive los conservadores y todo el que quiera asegurar que le mantengan su cuota burocrática en donde sea que la tenga.
Pregunto ¿cuántos de estos parlamentarios ya habían entrado en conversaciones con Petro de tiempo atrás? Bueno, en fin, eso es lo que tenemos hoy: unos vendidos, otros comprados, otros avispados y, uno que otro honesto.
Todo, naturalmente, por el bien del país, para terminar con la pobreza y el hambre, y porque, por lo menos algunos de esos milagros que suenan tan lindos en boca del nuevo mesías, se logren. Hoy el “coco” de hace dos semanas es “el redentor”, sus barras bravas parecen haberse disuelto. No habrá ciudades incendiadas. Hoy todos en paz, gracias a Dios. Ojalá no le estemos vendiendo el alma al diablo por un frasco de mermelada.
No hay sacrificio que no hagamos de buena gana, para terminar con la miseria, para que todos los colombianos tengan comida, techo y una educación que les mejore el futuro. Si de eso se trata, bien vale la pena “acostarse con el enemigo”.
Pero seamos realistas, nada más peligroso que un gobierno sin oposición. Hasta el más pulcro, “el incorruptible”, como llamaban a Robespierre, se corrompe, si no se mantiene un control sobre sus actos.
Quizá, hacia donde vamos sea hacia un gobierno de un solo partido como fue el PRI en México, poderoso partido que contaba con aproximadamente el 80% de los votantes. Una agrupación de muchas corrientes que cambiaban de acuerdo con el presidente del momento. El PRI, fundado por Plutarco Elías Calles, en 1929, como partido de la revolución, gobernó a México por nueve décadas, prácticamente sin oposición. Un experimento político muy interesante. Sus resultados fueron gallopintos, hubo gobernantes buenos, malos y peores; pero lo que sí lo caracterizó fue la corrupción.
Esa es mi preocupación. En alianzas como la que estamos viendo, la constante es la corrupción. Y es la corrupción la que tiene postrada a Colombia. No hay presupuesto que alcance con el robo constante de dineros públicos que hemos sufrido.
Las promesas de anticorrupción y de la creación de un gobierno “diferente” con una clase política nueva, propuestas por las dos campañas, se disolvió en una Alianza Nacional de los mismos con las mismas. ¡OJO! Quedamos los ciudadanos como guardianes de la democracia. ¡Vamos a ver de qué madera estamos hechos!