ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Agosto de 2014

Tres vías

 

Tres decisiones asumió el presidente Santos en su segundo mandato para alcanzar la paz con crecimiento y prosperidad: cese el fuego con guerrillas, educación y mano tendida a los más pobres. Las tres vías llevan sin duda a un mismo destino: la pacificación nacional. No hay mejores elementos estratégicos para transmitirles gestos de paz a ciudadanos que hablar de educación al alcance de todos, productiva, eficiente y desarrollada, al igual que políticas que reduzcan miseria y desigualdad.

 

Si algo identifica los pueblos de América Latina es desigualdad, miseria y exclusión.Lo más singular de nuestros países emergentes de la región es el atraso en educación. Nada que identifique más a países andinos que la brecha entre ricos y pobres, y en el centro, una clase media que se resiste a desaparecer. Caracteriza a las naciones latinoamericanas altos niveles de desigualdad, desplazamientos, desalojo de campesinos, destierro de civilizaciones indígenas, deserción escolar, precario acceso a salud pública y pobre redistribución de la renta. Es la renta sin duda una de las raíces que fortalecen el árbol de la inequidad en el continente.

Escasean recursos para una mejor y más moderna educación que responda por desafíos que plantean la ciencia y la tecnología. Impostergable apostarle a ser mejor educados. No podemos ir a la zaga de la región en modelo de enseñanza básica, secundaria y superior. La actual educación colombiana ya no puede ir más, agotó libreto de docentes y egresados con métodos ajenos a necesidades y potencialidades del país. En esencia vamos terrible en educación, mejor dicho, estamos siendo mal educados.

Lo que se pregunta la opinión nacional es: ¿de dónde echará mano el ejecutivo para financiar el plan de educación de aquí al 2025 cuando tendríamos que ser pioneros en el continente? Habría que fijar unos criterios básicos y de riguroso seguimiento, con comisión de alto nivel, para cambiarle el rostro a la triste cara de nuestra educación. Las universidades privadas, bien caras por cierto, tienen mucho por hacer y por reinventar. Es posible que parte de recursos que requerirá el Estado para atender revolcón educativo provenga de la reforma tributaria que vendrá.

Preciso sacar al tablero a quienes educan en Colombia y marcarles en la pizarra el nuevo enfoque de una educación compatible con nuestro desarrollo político y económico.

Habrá que aterrizar contenido social de propuesta gubernamental para que los objetivos no se queden en papel. Lo primero será propiciar condiciones que estimulen generación de nuevos empleos estables y productivos. Con empleo hay ingreso y baja la miseria, se dinamiza la vivienda y los padres se animan a que sus hijos reciban educación. Así habrá confianza en construcción de la paz.