Armas o inversión
“Los malhechores le siguen disparando a las democracias”
AMÉRICA Latina no logra escapar aún de los estragos de la guerra y las frecuentes violaciones del derecho internacional humanitario. Mejor dicho, los malhechores le siguen disparando a las democracias causando dolor, humillación y muerte.
Hoy la prensa mundial habla de los acontecimientos públicos de otras latitudes como las escaramuzas entre las dos Coreas, el fragor bélico en el Golfo Pérsico, en la frontera libio-argelina, toma apuntes de la crisis financiera global, pero poco asoma al conflicto de los países latinoamericanos que, como Colombia, han padecido durante más de 50 años una loca guerra engendrada por el odio de la guerrilla, los paramilitares y los narcotraficantes.
Mientras tomamos atenta nota de los pronósticos de los gurús financieros y zares de los mercados de productos básicos en el mundo, se nos pasan de largo otros acontecimientos de no poca monta como el conflicto interno que soportan naciones de este lado del mundo. En Venezuela, presencia de la guerrilla colombiana, en Cuba, asistencia, apoyo y centro de reuniones de estos bandoleros y en Nicaragua, todo a favor de los insurgentes.
En Colombia, hay una guerra frontal contra los grupos alzados en armas. El Ejército ha dado de baja a la mayoría de sus cabecillas, pero no significa que la guerrilla está vencida o aniquilada.
El secuestro, una de las más viles actividades de la subversión, sigue siendo el punto central de los eventuales nuevos puntos de diálogo entre el ejecutivo y la guerrilla de las Farc. Como no hay ninguna demostración de querer poner cese al fuego por parte de este grupo insurgente, el Gobierno del presidente Santos no está dispuesto a ceder en su ofensiva militar.
No hay condiciones de encuentro, menos para un nuevo despeje de territorio. Es urgente que la guerrilla entienda que la vía no es el derramamiento de sangre, el secuestro, la extorsión y el narcotráfico. Tampoco el ataque cobarde a indefensas poblaciones. La guerrilla no debe imponer condiciones, debe proceder con sentido humanitario y liberar a todos los secuestrados.
Hay que reconocer que los últimos nueve años se han caracterizado por una recuperación de la confianza inversionista, asociada a un mejor clima de seguridad y al debilitamiento de las guerrillas, gracias a la acción efectiva y contundente de las Fuerzas Militares.
El desempeño de la economía: empleo, producción, exportaciones, crédito comercial, apertura de negocios, nuevas matrículas mercantiles, productividad, competitividad e infraestructura, ha tenido un soporte anímico: el restablecimiento de la seguridad y los avances logrados en la resolución del conflicto armado, debilitando las estructuras criminales de la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico.
Cabe entonces un solo canje: las armas por la prosperidad.