MIRADOR
El calvario
La Semana Mayor es propicia para reflexionar sobre los puntos críticos que debe afrontar el país para no sufrir una costosa desindustrialización.
Gobierno y sector privado deberían ir a unos retiros espirituales donde despejen dudas y asuman compromisos políticos que nos comiencen a dar las herramientas para iniciar la gran procesión que viene: el TLC con EE.UU.
Bien lo previno el industrial Alberto Carvajal: se ha perdido mucho tiempo en transformar nuestra horrible infraestructura y si no actuamos ya, se nos desindustrializa el país.
Dijo que el Gobierno tiene buenas intenciones cuando anuncia nuevas inversiones en infraestructura, pero se ha perdido tiempo y muchos empresarios van a ser presa fácil de la competencia de gorilas que plantea el TLC con los norteamericanos.
Lo que advierte Carvajal tiene sentido. Vienen unos tigres del comercio mundial, revestidos de tecnología y competitividad, a sacarle provecho al TLC, en franca competencia con los nuestros.
Algunas firmas quedarán rezagadas, a la suerte de su pobre transformación productiva.
Otras pequeñas y medianas sencillamente no van a poder competir, no tienen cómo ni con qué.
La infraestructura es el calvario para la mayoría de productores hoy.
Varias factorías o se transforman o serán crucificadas por los nuevos jugadores del comercio mundial.
El Gobierno está implementando las herramientas del TLC con Estados Unidos, al tiempo que nuestra infraestructura está hecha añicos.
El Pacífico colombiano no está en capacidad de conectar al Puerto de Buenaventura con el centro del país.
Los despachos de los fabricantes están sufriendo retrasos y se acumulan los inventarios. Todo por qué no hay carreteras.
Los industriales han tenido que realizar inversiones en bodegas y depósitos para almacenar sus mercancías, al sufrir percances en las vías.
A los industriales les suena que el país esté de moda en el radar del comercio internacional. Sin embargo, les preocupa que muchos sectores productivos vayan a salir lastimados o fuera del mercado por cuenta de una infraestructura precaria y unas reglas de juego complicadas para la inversión.
En cuanto a reglas de juego, se refieren al régimen impositivo, a que cada gobierno tramita su propia reforma tributaria. Eso espanta a los inversionistas y causa incertidumbre.
Lo que los hombres de negocios necesitan es una reforma tributaria estructural, que permanezca en el tiempo, comentó en Cali, Oscar Darío Morales, vicepresidente financiero de Carvajal.
Seamos serios para competir con los nuevos jugadores del comercio global que hoy miran a Colombia como un destino atractivo para sus inversiones.
Qué sería del país con infraestructura. Competimos o nos crucifican.