"Consejos vendo que para mí no tengo". Este dicho español tan expresivo a la hora de calificar la incoherencia que se deriva de predicar una cosa y hacer la contraria describe a la perfección lo que fue la intervención del presidente del Gobierno español en el Foro Económico Mundial de Davos.
Pedro Sánchez habló con convicción de los logros y ventajas que para el progreso de la Unión Europea han supuesto los pactos entre los partidos socialdemócratas y los conservadores a los que en ocasiones se han unido los liberales. Una fórmula de éxito que desde luego avalan los logros comunitarios de los últimos años. En sus orígenes, la Europa que conocemos y a la que se unió España tras la llegada de la democracia fue fruto del pacto entre Alemania y Francia para superar la tragedia de la II Guerra Mundial. Una unión sellada a través de los pactos entre los partidos de centro izquierda
(socialdemocracia) y el centro derecha (conservadores). Los grupos que con el paso de los años fueron surgiendo a la izquierda de la socialdemocracia y a la derecha de los conservadores nunca consiguieron la masa crítica necesaria para condicionar el rumbo de la UE.
Ni siquiera en el momento actual en el que parece que asistimos al auge -en Italia, Francia, Austria, Países Bajos y en España- de partidos de extrema derecha. Tampoco han conseguido alterar la hoja de ruta la emergencia coyuntural de los grupos de extrema izquierda al estilo de Podemos, los izquierdistas alemanes (Die Linke) o en su momento el Syriza griego.
La clave de la estabilidad viene unida a la fórmula de pactos que Pedro Sánchez elogiaba en Davos. Tras escuchar la defensa del presidente del Gobierno de la fórmula que en Europa ha traído estabilidad y progreso los asistentes que no estuvieran familiarizado con la política española pensaría que ése era el modelo que estaría rigiendo en España. Grande sería su sorpresa sí alguno de los presentes les explicó que en nuestro país y por voluntad de Pedro Sánchez, su partido, el PSOE (socialdemócrata) rechaza los pactos con el PP (los conservadores), tiene como aliados en el Gobierno a los comunistas (Sumar) y se apoya parlamentariamente en fuerzas antisistema.
Esa misma sorpresa ante semejante contradicción es la que explica la perplejidad de muchos españoles ante las incongruencias políticas del presidente del Gobierno. Un político inquietante o mutante por su capacidad para defender lo uno y su contario según el tipo de auditorios a los que se dirige. Poco fiable, sería la conclusión.