¿Por qué será que toda escena filmada a escondidas, entre sombras claro-oscuras, con grabación entrecortada y arenosa, tiene un tufillo sórdido, como si fuere algo corrupto? Más aún, cuando en esa grabación hay intercambio de rollos de billetes que se guardan en bolsas de plástico, al mejor estilo de las filmaciones que se hacen de transacciones entre mafiosos o narcotraficantes.
Esto es precisamente lo que sucede con la grabación presentada ante el Senado de la República, el 27 de noviembre, por la senadora Paloma Valencia, que ya todos hemos visto y revisto, en las cuales el senador Gustavo Petro, con un gran contentillo, acaricia fajos de billetes que recibe de una mano sin nombre y, luego de acariciarlos y manosearlos, guarda en una bolsa de plástico, ignorando, para su desgracia, que alguien filmaba a sus espalda la sospechosa transacción.
Pero lo que hace más sospechosa dicha transacción es que Petro, que nada olvida, que hasta el 27 de noviembre tenía una conveniente memoria de “elefante”, ahora no recuerda con exactitud cuando ocurrió lo filmado. No recuerda en qué año, en qué mes, en qué momento, si era un préstamo o un aporte. ¡Pobre Petro, de la noche a la mañana se volvió desmemoriado!
No sé, ustedes queridos lectores, pero cuando a uno le entregan fajos de billetes, en la cantidad de millones, uno recuerda con exactitud cada detalle de la entrega: la proveniencia, la hora, la fecha y hasta el olor del cuarto donde se los entregaron. A menos que ese tipo de transacción sea tan usual en la vida de uno que sea imposible llevar el récord en la memoria.
¿Será eso lo que tiene confundida la memoria del principal actor de la grabación, que estas entregas se repetían a menudo y por lo tanto le es difícil recordar a esta en particular?
Petro ha afirmado, hasta ahora, que se trata de un préstamo del famoso “arquitecto de la guadua” como se conoce a Simón Vélez quien, ni corto ni perezoso, ya afirmó por escrito, en carta abierta a los medios, que jamás ha prestado dineros al senador.
Pero queda lo más difícil de explicar, quién filmó el “intrigante momento” y por qué lo hizo. Las transacciones de dinero entre amigos, así sean en efectivo, se hacen a plena luz y nadie las filma. A menos que…tengan algo de turbio, algo de peligroso, de sórdido.
Dice Petro que hicieron la filmación para chantajearlo más adelante. Pero, seamos honestos, solo se chantajea a alguien que hace algo ilegal, fuera de la ley o alguien cogido infraganti, como a un marido infiel. Pero no hay nada que chantajear en una transacción honesta. Así que el mismo Petro reconoce que aquí había algo indebido, sucio.
Es justificado que muchos se pregunten si estos dineros provenían de su amigo Hugo Chávez, o de Nicolás Maduro; pues bien, se conoce que estos personajes enviaban dineros para soportar a los líderes del Socialismo Siglo XXI en el continente. O quizá, que provengan de los narcotraficantes que financiaron al M-19 cuando Petro formaba parte de esa guerrilla.
Ojalá Petro recupere la memoria, porque entre más explica, más se enreda, y más preguntas surgen entre los colombianos sobre el turbio video. “La verdad os hará libres”, dice Jesús. ¡Hágale, “mijo” a recordar!