Sorprendió y prendió alarmas la noticia publicada en diferentes medios, sobre el consentimiento que piensan dar las autoridades, para consumir bebidas alcohólicas y sustancias psicoactivas en espacios públicos, o que trasciendan de privado a lo público, especialmente porque se habló de una especie de pico y placa, para compartir estas áreas de manera escalonada o acordada, evitando que coincidan en el lugar de esparcimiento actividades enfrentadas, como lo recreativo y la drogadicción.
Nos adelantamos a cualquier decisión de parte administrativa por pensar en lo delicado del asunto y las funestas consecuencias que un programa de esas dimensiones pueda traer a la colectividad y la misma sociedad, imagínense mis respetados lectores que en un parque de cualquier localidad -para no entrar en identificaciones odiosas,- se autorice el consumo de aquellas sustancias o bebidas, en determinadas hora y luego se permita el uso deportivo y recreativo de parte ciudadana en el mismo lugar, visto de contera pareciera casi que inane , porque lógicamente las horas de los unos, serán bien diferentes a los tiempos del deporte y recreación, pero vaya equivocación.
Empecemos por el ejemplo a los infantes, los jóvenes y las mismas familias residentes en el barrio, se verían obligados a presenciar un espectáculo grotesco donde se reúnen diferentes capas de desadaptados, con múltiples costumbres y actividades desafiantes a ojos de la moral y buenas costumbres hogareñas, que explicación pueden dar los padres ante el valedero interrogatorio de sus hijo sobre las fachas, reacciones y engranaje social de estas turbas ,que de un momento a otro en principio, y luego habitualmente asistirán al lugar para desarrollar sus actividades viciosas y vergonzosas, porque no me digan que no da vergüenza ver una persona deambular bajo los efectos del alcohol o la droga.
Luego, sería saludable pensar en qué estado de desaseo y abandono quedaría el lugar, quien se encargaría de poner las cosas en orden y buena presentación para el uso de la colectividad, y lo otro, que me expliquen cómo les van a pedir que evacuen los predios, especialmente si se encuentran en esos estados de inconciencia propios del consumo. Como vemos es un poco difícil el manejo de la estrategia.
Podríamos hacernos interminables sobre este tema, tenemos ejemplos de sobra, como el Cartucho que se fue deteriorando con el paso de los días, sin que sus vecinos los comerciante de San Victorino, se percataran del mal que los amenazo por mucho tiempo o el Bronx que invadió un sector otrora habitacional de la ciudad.
Vale la idea, valen las buenas intenciones, pero es recomendable medir muy bien y aterrizar esos proyectos, las autoridades cuentan con la asesoría de expertos en seguridad, que les pueden mostrar los riesgos a futuro, pues esos asuntos del narcotráfico son delicados.