Con el cambio de gobierno, por obvias razones, se planteará un nuevo direccionamiento en las estrategias sobre seguridad, que se implementarán en las diferentes entidades responsables de este aspecto, tan importante para la vida y tranquilidad de los habitantes del país.
El concepto seguridad es muy amplio y por lo tanto quiero llamar la atención sobre la seguridad ciudadana, al ser el tema que más interesa a las gentes del común, y hablamos del ciudadano de a pie, ese que habita las grandes y pequeñas urbes, morando en sectores inseguros, anhelado vivir en tranquilidad, acompañado de una sensación de seguridad que cubra todo su entorno laboral, familiar y social. Para satisfacer este sueño las autoridades deben recurrir a diferentes estrategias, donde se comprometa al habitante con las autoridades para hacer un frente común en contra de todo tipo de delincuencia, sustentado en planes precisos, específicos y realizables; por lo tanto me voy a permitir presentar algunas recomendaciones ya conocidas, pero a lo mejor olvidadas, que aun son valederas para cimentar estos procedimientos.
El diagnóstico de la situación es de suma importancia y la mejor forma de adelantarlo es lograr un acercamiento con los vecinos del sector, ganarse su confianza y recolectar toda la información posible para ordenarla, llevándola al análisis policial y demás instituciones que pueden ayudar en esa labor, que permitirá focalizar e identificar el tipo de delitos, lugares de ocurrencia y prototipo de población afectada. Luego vienen las causas generadoras y agotado este paso aparece el cruce de estadísticas con los entes nacionales, departamentales o municipales, para corroborar la certeza en información y valorar la calidad de los aportantes.
La formulación de estrategias es el siguiente paso, escogiendo los programas, planes y proyectos con metas establecidas e indicadores a mediano o largo plazo. En este punto se presentan los recursos económicos y las entidades que deben aportar al plan de seguridad, pues sin el presupuesto de las administraciones no tendrán las instituciones de la fuerza pública posibilidades en el desarrollo del proyecto. Les sigue la implementación y seguimiento, porque cada plan, proyecto o programa debe tener un doliente institucional, quien vigilará el progreso haciendo auditorías permanentes para reportar a las autoridades los avances y las dificultades en el cumplimiento de las tareas. Finalizará cada etapa en el tiempo estipulado con una evaluación de los resultados, apoyándose en las estadísticas comparativas y un diálogo abierto, franco, razonado con la participación de toda la comunidad comprometida en la realización del plan de seguridad, quienes aterrizarán los resultados y la sensación de seguridad alcanzada por las autoridades.
Este esbozo en superficial y somero, por falta de espacio, está sustentado solo en el trabajo a medida de barrio o localidad, pero sus bases son aplicables y susceptibles de dimensionarse al nivel nacional.