Primera página | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Noviembre de 2017

INICIÓ el último bimestre de 2017 con un clima de incertidumbre y desconfianza nacionales.

Por estos días, política, Farc y corrupción dominan el ambiente colombiano.

Más de 50 aspirantes a la Jefatura del Estado hacen malabares electorales para conquistar el favor popular en 2018.

El ramillete de precandidatos es tan amplio como el abanico de problemas que azota al grueso de la población.

La primera plana parece destinada este fin de año a los mismos con las mismas: proliferación de corruptos, enfrentamientos y divisiones políticas, las Farc camino al capitolio nacional, justicia especial de paz, aumento de la pobreza, de la violencia, y pocas probabilidades de crear empleos en la industria.

En páginas interiores del acontecer nacional figuran noticias relacionadas con salud, educación, inflación, costo del crédito, desnutrición infantil, informalidad, infraestructura e inversión social.

Las notas sobre pobreza rural, agricultura, vivienda y asistencia del Estado a las zonas más vulnerables del país, apenas ocupan píldoras periodísticas poco destacadas en medios de circulación nacional.

Los grandes titulares de radio, prensa y televisión tienen que ver con la cansona JEP, la descarada corrupción que compromete a políticos, exfuncionarios y rama judicial.

Los precandidatos presidenciales y su abanico de propuestas para mejorar el estado de cosas en Colombia también tienen lugar destacado en vitrina de las noticias diarias.

Sin embargo, poco nos ocupamos los reporteros, editores y directores de medios de la Colombia, puertas adentro. Escaso espacio informativo a los avatares que más acosan a necesitados, desplazados, olvidados, desempleados y no vistos por el foco del Ejecutivo.

Noviembre y diciembre no van a cambiar estado de ánimo de los hogares. Como va la situación, al Presidente Santos podría no irle peor, tampoco  mejor.

Hay un sinsabor en las familias, desgano y desanimo por la actualidad.

Este bimestre no señala en el horizonte razones para creer que habrá menos pesimismo.

La realidad supera la ficción. Cifras reales de la economía no permiten que los ciudadanos pasen del descontento al optimismo.

Hay razones de peso para pensar que consumidores no van a mejorar el escenario del comercio.

El año cerrará pobre en ventas, facturación y pedidos.

A empresas y comercio les va igual que al país. No levantan cabeza.

Mientras a la economía le va mal, el país y el Gobierno andan peor.

A su vez, quienes aspiran a suceder al Presidente Santos en agosto próximo, no calan en opinión pública.

Pinta un proceso electoral aburrido y sin brillo.

Candidatos hacen mucho ruido, pero no atinan ideas concretas para un mejor país.

Quienes pretenden el voto en las urnas en marzo y mayo de 2018, poco hacen por aterrizar ofertas que apunten a cambios de fondo en la nación.

No encaran causas y raíces de males crónicos.

Las gentes más pobres y vulnerables no sienten cercanía con candidatos.

Los grandes problemas nacionales, originados en regiones pobres, ausentes de la política.

Mientras clase dirigente y autoridades no enfoquen miradas en dura realidad de la Colombia pobre, excluida, marginada y olvidada, Ejecutivo y política no serán dignos de crédito.