“Papa no se deja oscurecer por la espesura de la Amazonia”
Publicó el Santo Padre una exhortación apostólica dedicada a la región amazónica y la tituló “Querida Amazonia”. Dejó con los crespos hechos a quienes pensaban que iba a reformar toda la Iglesia y a abolir el celibato y novedades por el estilo. Cosas que por lo demás suelen inquietar a los que no conocen a la Iglesia por dentro, pero no a quienes viven su fe a fondo dentro de la Iglesia. Gómez Dávila les daba ningún valor a las opiniones sobre la Iglesia dadas desde fuera de ella. El Papa Francisco no se deja oscurecer por la espesura de la Amazonia y logra ver lo más importante que hay en ella: la vida humana. Para la cual es que vale conservar este cuadro hecho por la mano misma de Dios. Una ecología integral en la cual el centro es cada hombre y cada mujer que habitan sobre el planeta tierra.
Francisco, el papa, sigue llamando las cosas por su nombre. Las comunidades que habitan la selva están muy empobrecidas, arrinconadas por las industrias madereras y extractivas. Son grupos humanos con sus propias culturas, las cuales, como todo lo humano, tienen luces y sombras, aspectos de gran valor y otros que bien valdría la pena cambiar. La Amazonia es para el pontífice un lugar de encuentro de múltiples realidades humanas, o sea, un espacio realmente incluyente. Pero, repito, lo que le da más valor es la vida humana allí establecida. Y todo lo que se haga por esta región debería apuntar, en primer lugar, a fortalecer, dignificar, proteger y desarrollar a quienes allí están. Un ambientalismo que solo vea por el agua, las plantas y los animales, sin pensar primero en el ser humano, puede ser una pura vanidad propia de militantes gritones y emocionales. El tema es más de fondo: allí viven personas que ahora nos están llamando la atención y con justa razón.
Pero el papa no olvida que es el pastor de la Iglesia y entonces también hace ver que la misión evangelizadora tiene mucho por ofrecer a estas comunidades. Jesucristo y su palabra tienen tanto por dar a estas poblaciones que saben mucho de Dios y de la trascendencia y que tienen especial sensibilidad para acoger los anuncios sinceros de salvación. No le falta al papa alguna frase reconociendo los errores cometidos en otros tiempos de misión. Pero, al mismo tiempo, valora los misioneros que han dejado sus vidas sembradas en medio de la selva, gracias, entre otras cosas, a su vida célibe, que les permitió hacer matrimonio con la Amazonia y sus habitantes.
Vale la pena, pues, echarle una leída a este nuevo documento pontificio, de unas 35 páginas, porque plantea una mirada integral a una región inmensa, también habitada por seres humanos, necesitados de una mirada amable del resto de la humanidad. El título, “Querida Amazonia”, ya da el tono de la exhortación y reitera la mirada que el Papa Francisco ha querido darle a todo lo que pasa por su mente y por sus ojos: un mirar con amor y con misericordia. La verdadera ecología, la integral, debe tener esa perspectiva: mirar con amor la creación y tratarla con cariño y como centro de todo, los hombres y mujeres puestos allí por el Creador. Esto no debería reñir con nada ni con nadie.