Punto crucial y bifurcaciones (1) | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Junio de 2022

Con la coyuntura electoral que vive Colombia, tenemos grandes oportunidades.  Necesitamos abrir los ojos para verlas y disponer los corazones para tomarlas.

Dado que la vida es tan generosa, siempre tenemos la posibilidad de darnos cuenta si estamos vibrando en el amor e integrándonos en él o, por el contrario, dando rienda suelta a las pasiones que nos segmentan por dentro y por fuera.  En efecto, la política desata pasiones.  Los colombianos estamos desatados en las redes sociales, apasionados por un candidato u otro, tanto como por lo que representan.  Estamos en un punto crucial, donde la vida plantea bifurcaciones: o nos unimos todos para construir un mejor país, o seguimos divididos, cada quien defendiendo sus feudos, chicos o grandes. 

Desde mi perspectiva, el asunto no se trata tanto de lugares en el espectro político, sino de cómo hacemos todos, ¡todos!, para evolucionar colectivamente.  Los resultados de la primera vuelta nos mostraron que sí es posible elevar la frecuencia vibracional en la que ha estado sumergida por décadas la política colombiana y, consecuentemente, la administración de la nación y el manejo del Estado.  Evidentemente, votamos por un cambio; pero, siempre hay riesgo de volver hacia atrás, pues la inercia de los niveles de entropía de violencia y corrupción absorbe, cual sifón.  Sí, todo puede irse por el desagüe en cualquier momento.

Cada quien votará por quien considere pertinente. A mí lo que más me interesa es que -tanto individual como socialmente podamos elevar la consciencia.  Muchos se preguntarán: ¿y eso qué es y como para qué sirve?  Pues bien, la consciencia es la manifestación de la Luz y del Amor, aquí y ahora.  Todo tiene consciencia, todo refleja luz y todo está hecho de amor.  Los seres humanos hacemos parte de esa dinámica universal, en este prekínder que llamamos Tierra.  Dado que estamos llamados a evolucionar, de lo que se trata el proceso es de darnos cuenta de qué tanta luz reflejamos y qué tanto amor damos, cuestión nada fácil porque si bien venimos de Dios, nuestros egos están gobernados por fuerzas caídas. Todas las tradiciones sagradas de sabiduría nos hablan de ello, aunque para el pensamiento moderno (que ya tiene quinientos años) solo exista lo que se pueda medir con metro y pesar con balanza.

Evolucionar implica darnos cuenta de si vibramos en amor o no.  No lo hacemos cuando, arrastrados por la pasión, condenamos a un candidato u otro, calumniamos y mentimos sobre ellos con (des)información y conversaciones presenciales o virtuales.  Con ello contribuimos a la fragmentación y con ella no evoluciona nadie.  Caer es fácil, me pasa:  estoy dispuesto a enmendar el error…

@edoxvargas