En la discusión al aire entre la periodista Vicky Dávila y el vocero del gobierno, Hassan Nassar, quedó claro la impertinencia de éste último y el nuevo estilo que parecería imperar en las altas esferas oficiales.
¿Habrá ignorado este funcionario, que, cuando se dirige a un auditorio, responde una entrevista o escribe una información palaciega, lo hace a nombre del primer magistrado de la Nación, de la institución qué representa -la Presidencia de la República- y, como corolario, de la familia presidencial?
Este aspecto, que debería figurar como primera responsabilidad de sus funciones al servicio de la Casa de Nariño, lo pasó por alto el señor Nassar al creer que se encontraba en una riña de gallos y cantaba las apuestas. Y así gritó, amenazó y quiso meter miedo, al mejor estilo barriobajero que ha hecho calle. Y que no debe estar, por esto mismo y por ningún otro motivo, encumbrado en el Palacio Presidencial.
Al vocero se le citó para responder una inquietud legítima que asiste a la gran mayoría de los colombianos. ¿Acaso olvidó que el Señor Presidente de la República fue elegido con los votos de sus conciudadanos para representarlos? Sólo en las tiranías de la peor laya, el primer magistrado no rinde cuentas y mira con desprecio las quejas de la opinión pública. Si vamos a otorgarle valor a las redes sociales, él fue citado a la entrevista para obtener la visión del Gobierno frente al reclamo popular y sobre un tema que, en aquél instante, ocupaba el interés nacional. Y su deber, como vocero presidencial, consistía -como consiste- en otorgar una respuesta clara, concisa y respetuosa.
Infortunadamente nada de esto ocurrió, porque el vocero del Gobierno decidió que era mejor amenazar, lanzar improperios y esquivar la respuesta. ¿Entonces cuál es su función? Es claro que resulta muy distinto recibir una invitación a un viaje oficial, en calidad de periodista, procedente del Palacio Presidencial que hacerlo con familias y niños, cuyo carácter es esencialmente recreativo. En el primer caso, la invitación consideró pertinente la presencia del cónyuge de la agraciada; en el segundo, infortunadamente, se trata de un convite para celebrar un cumpleaños. ¿No existe otro Panaca en las afueras de Bogotá?
Antiguamente,-ah, ¡qué épocas aquellas!- se presumía la caballerosidad del profesional frente a una dama o un interlocutor, cualquiera que fuera su condición. Algo que en esta oportunidad el vocero de Gobierno perdió rápidamente de vista, cuando en vez de responder quiso demostrar que su tono de voz era más alto que el de la periodista. Esto en lenguaje corriente se llama falta de respeto. "Hable más fuerte que su argumento es débil", pedía un connotado político y parlamentario a su vociferante opositor. El Papa Francisco citaba el caso de aquél que respondió con una trompada a quien había osado insultar a la madre. Algo semejante pasó en este caso.
¿Y a todas éstas, dónde están los periodistas? Hagamos votos para que en Colombia jamás ocurra lo descrito en la parábola de Brecht: "Cuando vinieron por mí, para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por nosotros".
Adenda
Cine Colombia estrenó “Bendita Rebeldía” una cinta Colombiana de la joven directora y productora Laura Pérez Cervera. Es una cinta, en bellos colores, con un elenco actoral de gran categoría que nos está demostrando que nuestro cine ha llegado a su mayor edad. Felicitaciones a Laura por este meritorio logro.