Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Noviembre de 2012

Los jóvenes encasillados

No  debe haber existido alguna generación de adultos en la historia de la humanidad que no hubiera tenido dificultades para entender a los jóvenes y que no hubiese sido altamente crítica con ellos. Ha de ser un fenómeno propio de la naturaleza que hace que los adultos sientan un poco de celos por el torrente de vida y energía que corre dentro de la vida de los que les siguen los pasos. Pero en nuestra época se da, en ciertas ocasiones, un espíritu demasiado crítico sobre la vida, pensamiento y acciones de la gente que acaso no supera los treinta años de edad. Aunque es difícil que llegue a suceder, esto podría generar una generación perdida debido a la presión que sobre ella pesa desde todos los ángulos.

Me da la impresión de que en los jóvenes de hoy se da una serie de situaciones nuevas que, no porque ellos las hayan escogido, sino por la fuerza que tienen en sí mismas, se les han hecho parte integral de sus vidas. Unas son positivas y otras quizás no tanto. Pero cuando la juventud salió a recorrer los caminos de la vida estas situaciones estaban allí y muchas eran ineludibles.  Y quizás ha faltado de parte de los adultos un esfuerzo para darse cuenta de eso y, más aún, una reflexión para saber cómo entrar en relación fructífera con estas nuevas generaciones que ciertamente no son hechas de nada distinto de lo que está hecho el resto de la humanidad. Y esta falta de reflexión seria y profunda ha conducido a encasillar a los jóvenes dentro de unos estereotipos muy pobres y frágiles.

Los modelos preconcebidos son fatales para las relaciones entre las personas y entre las generaciones.  Con frecuencia son estereotipos que pecan de simpleza y de ser razones cómodas. Si a los jóvenes de hoy les ha tocado vérselas con un mundo complejo,absolutamente tecnologizado, global, pluricultural y multiétnico, quiere decir que no les ha tocado fácil. Y si para ellos ha sido difícil transitar en ese panorama, no lo es menos para quienes los observan a distancia y que caen con demasiada frecuencia en la tentación del juicio fácil. Se requiere otra mirada sobre ellos. Cuenta el Evangelio que un joven corrió tras Jesús para indagar sobre la vida eterna. Dice el autor sagrado que Jesús lo miró con cariño y le respondió. Buena propuesta metodológica: mirar con cariño, no con ojos acusadores.