RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Agosto de 2014

MANIPULAN LA OPINIÓN

Occidente se traicionó a sí mismo

Querámoslo o no, los occidentales tenemos que reconocer que nuestro mundo, sistema de vida, creencias y valores, están inspirados y estructurados sobre el pensamiento cristiano. Frutos maduros, después de cientos de años de arduo trabajo, de esta concepción de la vida son la libertad del individuo, la proclamación de los derechos humanos, el respeto a la conciencia, el Estado democrático, los límites del poder político y también el religioso y otros más. Sin embargo, por alguna razón en Occidente ha tomado vuelo hace ya un buen tiempo una forma de pensar (¿?) que poco a poco ha renegado de todo esto supuestamente para que todo sea mejor. Y lo que se ha ido engendrando es un mundo lleno de miedos, sin límites racionales, que aplasta al individuo y en el que se ejerce una dictadura a través de la manipulación de la opinión pública.

Con esa traición de sí mismo, quizá trabajada concienzudamente por una gelatinosa clase intelectual, Occidente también ha emprendido una lucha contra su propia religión, el cristianismo en todas sus formas, y muy ingenuamente se ha ido abriendo a unas nuevas “experiencias espirituales” que en sus expresiones más extremas son caldo de cultivo para toda clase de locuras y fanatismos.

Con el prurito de la pluralidad, que en muchos casos no es sino un sofisma para implantar otros pensamientos únicos, Occidente se ha ido tragando una serie de discursos que bien podrían ser los que susciten, a la larga, tiempos oscuros de esclavitud y discriminación, apoyados por armas y Estados tomados por asalto.

Aunque nuestros “intelectuales” se nieguen a reconocerlo, lo que a lo largo de la historia ha tejido las sociedades es la religión y ninguna otra cosa. No ha sido la política ni el libre mercado. Tampoco las ideologías o los sistemas de gobierno. Todo esto crece como palmera y cae como coco. Así las cosas, si el mundo occidental no se decide, primero por apreciar y respetar sus raíces y valores cristianos, y segundo, facilitar y apoyar la difusión del Evangelio con todos los frutos que el mismo conlleva, será cada vez más fácil tomarse esta parte del mundo con un par de locos que estén dispuestos a cortar cabezas o a humillar mujeres y también a quemar libros y templos.

Si alguien pensaba que todo esto era historia muerta, que se despabile y tome posición por lo realmente valioso. Y que seleccione sus lecturas.