RAFAEL GÓMEZ MARTÍNEZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Abril de 2012

ATALAYA

La sabiduría del águila

Cuando me disponía a rendirle un homenaje a doña María Elvira Vegalara de Uribe, me acordé de la sabiduría del águila. Como bien comenta mi amigo el Barquero “se distinguió a lo largo de su vida por su nobleza, su inteligencia, su don de gentes, su sentido de la familia y su generosidad. Descendiente de padres que se distinguieron por su hidalguía, doña Elvira supo prolongar en el tiempo esos dones con que la privilegió la naturaleza”.

Agregaría yo que doña Elvira se distinguió por ser una mujer pujante, carismática, doctrinaria y conservadora como tal. Un fiel reflejo de la evolución de la mujer del siglo XX. Una mujer de la casa, de su familia, pero a su vez emprendedora, trabajadora y con gran éxito por lo demás.

El águila es el ave con mayor longevidad de las especies. Llega a vivir 70 años. Para llegar a esa edad, a los 40 años debe tomar una seria y difícil decisión.

A los 40 años sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas hacen que se torne difícil el volar.

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.

Después de encontrar ese lugar comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego, debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el cual desprenderá una a una sus largas uñas. Con sus nuevas uñas desplumará sus viejas alas. Después de cinco meses, sale a su vuelo de renovación para vivir 30 años más.

En nuestras vidas, muchas veces debemos resguardarnos por algún tiempo para comenzar un proceso de renovación. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causaron y nos causan dolor. Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que un proceso de renovación siempre trae.

Durante la Semana Santa Cristo, Nuestro Señor, renueva nuestro corazón y sólo con la humildad del mismo, la honestidad y la disposición nos permite, gracias a la fe, ver los resultados de su amor por nosotros en la cruz.

Puntilla.Doña Elvira, muchas gracias por todos los momentos que compartimos. Guardaré los mejores recuerdos. A sus hijos Juan Gabriel, Paula y Maria Elisa, compañera de viaje, que el dolor que les produce su desaparición sirva para renovar su fe y su creencia en los valores esenciales de su familia.